El problema para arreglar las cosas en casa viene cuando no
ves que tienes problemas. Y últimamente nos está pasando eso, en nuestra
querida Euskadi, con esos casos de escrache que se están dando con partidos a los que
se les denomina, con más fuerza que maña, constitucionalistas, y que intentan
dar sus mítines a los que por supuesto tienen derecho, para dar su versión de la
realidad que hay que votar, o que viene siendo el otro lado de nuestra luna.
Y lo más triste del caso que esos sucesos en cinco minutos ya están juzgados y posicionados en nuestra biblioteca del recuerdo, sin ningún atisbo de segundas oportunidades o duda bíblica.
A este vecino del mundo ya por de pronto, que le prohíban algo
por decreto, incluidos literatura infantil clásica aunque apeste a machismo del
rancio, no le gusta, y debemos incluir a que te estén importunando todo el rato
para que, como en mi pueblo se diría, te vayas con la música a otra parte, y si
está lejos de esta autonomía, pensarán algunos o muchos, vaya usted a saber,
mejor que mejor..
Lo curioso del caso es que como un vasco está donde
quiere estar, y muchas veces están fuera de su marco geográfico por aquello del
sol o porque les sale de lo más profundo, se están dando casos de excursiones
de partidos vascos, aprovechando esta semana santa, que salen a recalar votos fuera. Y eso para ellos, para los propios partidos, en
cambio, no debe de representar el alboroto que cada vez que un partido
constitucionalista intenta tomar unas cañas, antes o después de un mítin, bien
sea en “El bocho” o en los aledaños de La Concha.
La escenificación del problema le vino a este vecino del
mundo a los ojos, cuando acompañando a la noticia en un Telediario a nivel
nacional se adjuntaban unas imágenes de dos fachadas de casas unidas por
enormes lazos amarillos y mucha parafernalia con claras referencias vascas y
catalanas, pero más cercanas a un parque monotemático, o a una visión hollywoodense
(a recordar aquella Semana Santa inmortalizada en “Misión imposible”, en la que
se mezclaban procesiones con Las fallas), y en el que los pobladores se podía
imaginar, acababan de arrancar la etiqueta de sus trajes típicos, y en el que
los sueños al final podían, cuando menos, secuestrar al presunto soñador.
Digamos, ya para terminar, que cuando alguien aboga por tu higiene mental, Shakespeare hubiera dicho eso de "algo huele a podrido en Dinamarca", aunque Dinamarca no esté en Euskadi ni viceversa.
*FOTO: DE LA RED