Al final va a resultar que Don Miguel Gila aparte de ser
maestro del humor ha sido también todo un visionario, y es que lo que está
pasando con el espionaje de los millones de llamadas, puede sacar los colores a propios y extraños,
y deja pequeña a cualquiera de las guerras narradas.
Ahora resulta que era todo como un intercambio de cromos
entre Francia, España y Estados Unidos, y se iban pasando las llamadas hasta
terminar la colección.
En la definición del “cristiano tradicional”, Dios
está en todas partes, pero ahora resulta que es el gobierno americano
el que está en todas partes, y para más inri porque nosotros mismos le
llamamos. Se supone que será por la eterna cantinela de quién da la cara
primero, y es mejor, según parece, que la dé el amigo americano.
Está claro que el todavía gobierno de España presume de
estar al mando de una nave que según ellos va remontando la crisis, pero que
partiendo de que lo que dicen sea verdad, que en sí ya es mucho partir, no se
enteran de cómo es la España real, y ahora resulta que tampoco se enteran de lo
que tienen montado dentro mismo de su organización.
Es lo mismo que en una familia tradicional de los años
setenta, cuando la hija se quedaba embarazada y había que conocer
inmediatamente “al culpable” para que se casara “con la niña”.
Aquí, se llama a consultas al embajador americano por
robarnos el perejil, cosa que no hacen los buenos vecinos, y ahora, para
sonrojo nuestro, resulta que no era tal, sino que nosotros mismos fuimos los
que llamamos a su casa y le dimos nuestro
perejil sin que nos lo pidieran.
¡Espectáculo bochornoso!
¿Y cómo acabara esto? Muy sencillo. Marearán la perdiz hasta que ésta se
suicide, nadie dimitirá, y si acaso, ocultarán a la niña de la casa embarazada,
hasta que dé a luz, y todos ellos seguirán cobrando de nuestro dinero.
Si Gila levantara la cabeza…
*VIÑETA: MIGUEL GILA CUESTA