Advierto, este vecino del
mundo va a comenzar hoy con una obviedad: En este país algo falla.
Más de uno pensará, y con
razón, que me he quedado calvo, o me ha dado un ataque de locura. Aunque por el
proceso de la calvicie, hace ya muchos
años que pasé, loco no estoy, o al menos no soy un loco de manual, porque ni tapo mi cabeza con un barquito de papel
ni con un embudo. Sin embargo, jóvenes sin poder encontrar su primer trabajo, y gente con cincuenta años perdiendo su trabajo porque cuestan mucho dinero a los empresarios, no son buenos síntomas en un país que todavía no se manifiesta más de lo que debería, porque, desgraciadamente, tiene más vergüenza que la necesaria.
Y a pesar de todo, todavía hay cosas que nos
sorprenden cuando ya deberíamos de estar vacunados contra el asombro.
Hace unas semanas nos
sorprendió la noticia de que un grupo de jubilados que había formado parte como
“figuración” durante el rodaje de “Ocho apellidos catalanes” se les había
interrumpido lo que cobraban de jubilación, hasta haber “pagado” por haber
participado en el rodaje. Con lo cual, todos pensaron eso de que “la próxima vez que lo haga Rita La Pollera”, por lo que en el siguiente rodaje, si hacen falta unos cuantos jubilados, tendrán
que poner a unos parados más jóvenes disfrazados, aunque quizás su imagen pueda "cantar" un poco.
Hoy nos ha sorprendido la
noticia de una jubilada, que requerida como favor personal por ayuntamiento de
su pueblo, trabajó durante un curso, en una especie de taller de trabajo manual
dando clases dos horas a la semana, y que ella pudo ganar unos dos mil quinientos
euros en total. Como el ayuntamiento le dio de alta en la seguridad social mientras cobraba la jubilación, cosa
que también ocurrió en el caso de los jubilados actores, ahora se ha encontrado con que Hacienda, ese ente que antes éramos
todos, eso se decía, y que ahora, por de pronto, parece que somos los mismos de
siempre, le está descontando gentilmente de su pensión mensual (unos mil setecientos
euros), unos seiscientos euros cada mes, hasta que pague los
más de veinticuatro mil euros que se ha estimado que debe. Con lo cual, y como
se diría en mi pueblo, y con perdón, el favor que le pidió el ayuntamiento es hacer
un pan como unas hostias.
En los dos casos, jubilados
actuando en el cine, y maestra jubilada dando unos talleres, fueron dados de
alta, como en teoría se debe de hacer, y de ahí les han venido todos los
problemas.
En realidad, y mediante
estos ejemplos, este vecino se pregunta si no se está enseñando,
subliminalmente, a que la gente vaya por el lado negro, y que sólo cotice la
famosa Rita La Cantaora.
Creo que las cosas no deben
de ser ni blancas ni negras, debería haber una gama de grises intermedios, y una legislación que permita “hacer sus pinitos” al que quiera o pueda, y que
eso luego se declare sin tener que alterar pensiones. Mejor será eso, a
que todo se quede en la famosa agua de borrajas.
Tampoco es normal, y también
se ha oído recientemente, esos escritores ya jubilados, y que muchos de ellos, la mayoría, no nadan en la abundancia, que se les hace
elegir entre cobrar su jubilación o los derechos de autor de sus obras. No
debería ser excluyente, sino que se declare a parte, y punto. Este vecino del
mundo no es licenciado en derecho, pero siempre ha estado convencido de que “querer”
es “poder”. Y que si los legisladores quieren, todo se puede arreglar.
Quizás con todo lo que se
está, presuntamente, descubriendo ahora, ese dinero negro que durante muchos
años ha debido de formar parte del paisaje “sumergido” en el territorio de
los políticos, y de la administración, que nos han estado rigiendo, ha hecho que no les haya importado que se legisle sobre todo lo que se ve, porque ellos ya se iban a
encargar, da la impresión, de que lo suyo fuera invisible. Y así nos va como nos va. Muchos con
trabajo, el que tiene, que roza la esclavitud, y el que puede llevarse un extra legalmente,
tampoco puede, porque algunos de nuestros representantes en su momento así lo
decidieron.
Es fácil ponerle puertas al campo, cuando tú eres el propietario de la llave.
Tengo un amigo, navarro para
más señas, que este panorama lo hubiera resumido inmediatamente con una frase
lapidaria: Ésto es como mear y no echar gota. Tan crudo y tan cruel; la frase
no, la situación.
*FOTO: DE LA RED