En realidad, lo pronto que
nos conformamos los seres humanos. Eres forofo, o seguidor, de un equipo de
fútbol, gana, y ya eres feliz ese día. Da lo mismo que suba o baje el Euribor;
que la prima, la de riesgo, se corte las venas, que a ti la sonrisa tonta no te
la quita nadie en todo el día. Hasta tu mujer, que es guapa, realmente guapa a
pesar de los años que ya han pasado, es más guapa ese día. Y no le compras un
abrigo de visón, porque ni tienes dinero, ni quiere ella, ni quieres matar a
unos animales que no tienen la culpa de nada.
El mundo hoy es más feliz,
al menos el mío, la Real Sociedad ha ganado contra el Sevilla, 4-3. Nos ha costado mucho, eso sí, y he tenido que cambiar las pilas al
marcapasos… Que el
fútbol es el opio del pueblo, será, pero hoy soy más feliz, qué le voy a hacer. Today I am happy, y es que la alegría es un lenguaje universal.
Y es que quizás, al menos en
este caso, el equipo es una prolongación de nuestra manera de ser. No me
refiero en esos casos que eres hincha de un equipo grande, aunque no sea de tu
zona, ni vivas a mil kilómetros de ese campo de fútbol. Pero si el equipo, como
lo es la Real Sociedad, es de tu provincia, o si el mismo campo de fútbol, Anoeta, está a apenas cincuenta metros, es posible que seas de la misma manera de ser
que el equipo, tus vicios y tus virtudes son los suyos, y viceversa. Te pasas
más tiempo hablando, que jugando en el campo.
La Real Sociedad se pasa más
tiempo poniéndose vendas en los
resultados pasados e incluso futuros, que jugando. Y solo se ponen las pilas
ante los equipos grandes. Y es que lo nuestro es intentar los imposibles. Quién dijo que no se puede. Es
famosa en nuestra idiosincrasia, esa famosa pregunta, más bien retórica de ¿A
que no hay huevos? Y ya sales como loco. Es una especie de haraquiri de un vasco.
Dicen que Sevilla tiene un
color especial, y lo tendrá, pero hoy a Donosti se le ha pegado un poco. Mañana seguiremos siendo los mismos, con
nuestros problemas de todos los días. Poniéndonos nosotros mismos trabas para
no conseguir nuestros proyectos. En el ayuntamiento, creando comisiones a
diestro y siniestro para dividir, y que venza alguien, nunca nosotros. En la
ciudad en general, preciosa, y muy limpia, con la etiqueta de “nueva” puesta siempre,
pero siempre también muy cara. Va a llegar un momento que hasta que los pobres
donostiarras vistamos de Dior, para no desentonar, porque como dice el dicho, “antes muertos que
sencillos”. Y en Donosti, sencillos nunca. Somos buenos, pero a la mayoría nos
falta malicia, y el que la tiene domina al grupo. ¿Como en todos los sitios? Es
posible. Pero vivo en Donosti, y hoy nuestro equipo ha ganado. Hoy el mundo es
txuriurdin, blanquiazul, y mañana, Dios,
o el destino lo dirá. ¡Qué importa!
*FOTO: DE LA RED