La indefinición tan bien
definida del Señor Rajoy al cogerse una
semana de puente para pensárselo, mientras jura y perjura la urgencia más urgente, y luego, en su retorno, y tras reunirse con
los suyos, no decir nada, está dejando a Ciudadanos con sus vergüenzas al aire (incluso teniendo en cuenta que Albert Rivera hizo una campaña, ya hace
bastantes años, tal como vino al mundo, sin incluso el pan para poder
taparse). La situación de Ciudadanos es difícil de mantener.
Es más que curioso, Mariano
Rajoy, hace lo que mejor sabe hacer, no decir nada, y sin embargo, el que se
mete en problemas es Ciudadanos. Esta arte del toreo, la del engaño, solo con gestos, la practica bien el Maestro Mariano.
Este vecino cada día tiene
más clara una teoría:
El Señor Rajoy aceptó esta
vez “la invitación”, por parte de Felipe VI para así anular a los adversarios,
no sea que Pedro Sánchez se hubiera animado otra vez, y hubiera conseguido más
apoyos que en el primer intento.
Mientras el Señor Rajoy no
se presente ante el Congreso de los Diputados, y pueda perder esas votaciones a las que tanto miedo tiene, sabe
que sus enemigos (nada de compañeros de Congreso, enemigos que le esperan desde
hace mucho tiempo por su prepotencia en los tiempos de bonanza de su mayoría
absoluta) como mucho estarán en la cola de espera, y él mientras sube o baja de esa escalera de la
indecisión bien maquinada por su parte, no comenzarán a contar los plazos para
otros terceros comicios.
De todas maneras, parece que
esta vez, al menos para los que quieran ver, la maquinación de Don Mariano
Rajoy es más que evidente. Como que en su discurso, cada vez que se pone
trascendente, y apela a España, es una casualidad que las necesidades y deseos
de los españoles, según él, siempre coincidan con las apetencias de su partido.
En unas hipotéticas futuras
terceras elecciones, está más que claro que Rajoy volverá a ganar, y este
vecino del mundo, al menos, estará más cerca de creerse esa leyenda de monjas presuntamente
consiguiendo votos a troche y moche (nada que ver con este blog) de ancianos y
enfermos que en un momento dado escapan de la vigilancia de sus más allegados.
¡Es curioso! Si uno
tuviera que decidir si Jesucristo era de izquierdas o de derechas, recordando
todo lo que le dijeron de él a lo largo de su educación, este vecino del mundo
no dudaría ni una décima de segundo en decir, sin la más mínima duda, de que
era de izquierdas. Sin embargo, y con los años, sus discípulos en un momento
dado, cuando tenían mucho que perder (no espiritualmente, sino en patrimonio)
viraron estrepitosamente a la derecha. Con lo cual se deduce que de la teoría a
la práctica, de las musas al teatro, algo cambió y mucho. Lo del cabreo de
Jesucristo en el templo ya era una premonición.
Alguien le debería de
asesorar a Don Mariano que la gente cuanto menos tiene que perder más mira a la
izquierda, y en este país cada vez hay más pobres cabreados.
En lo de pobre, me imagino
que no, pero en lo de cabreado y con la sensación de que una vez más le han
tomado el pelo, también se apuntara esta vez el Señor Rivera. Hoy, seguramente,
Rajoy le mostrará, seguro, otro cebo, y esperemos que Don Albert no muestre el
besugo que lleva dentro, y esta vez no pique.
En un show de magia, la
máxima disposición para que el truco salga bien, la pone el espectador, que en
el fondo quiere creer. El día que todos nos cansemos del engaño, el show de
Rajoy y su chistera disfrazada de indecisión habrán terminado.
*FOTO: DE LA RED