No vamos a dudar ahora de lo conveniente o no de
manifestarse a favor de la mujer un 8 de Marzo, o en cualquier época del año,
sino si es conveniente dejar solos a los políticos, políticas, en un momento de
aire tan puro que, como visto ayer, pueden morir de sobredosis.
Ver a políticos, políticas, jugando a ser díscolos, díscolas, y manifestarse por las calles en
primera primerísima fila es peor que ver jugar a unos niños, niñas, a médicos,
médicas, y pensar que eso es la Sanidad en España.
Aquellos lectores que siguen desde hace mucho a este
vecino del mundo, saben que si algo no es es de derechas, pero lo de ayer de
los partidos de izquierdas, porque los otros siguieron a su nivel, y al PSOE
habrá que seguir, por ahora, incluyéndole en esa posición, fue de vergüenza
ajena. Ocurre siempre, se les invita, o se auto-invitan, nunca se sabe, a un
evento como el de ayer y acaban haciéndolo suyo.
Esas ministras, y esa mujer
del Presidente del Gobierno, porque en el fondo estaba ahí por eso, manifestándose
con esa cara que eran la personificación de la alegría de vivir en primerísima fila de la “manifa”, un orgasmo de orgullo por llegar donde han llegado saliendo
de un presunto patio de colegio obrero, (solo les faltó cantar eso de "Que buenas son las Hermanas Ursulinas, que buenas son que nos llevan de excursión").
Ayer la izquierda, parte de la izquierda, llegó al mismo punto de “tierra
trágame” que aquel “Podemos” mucho más bisoño que el actual (aunque quizás, y es lo triste, volvería hacer lo mismo), que al enterarse
de que podían hasta coger poder, si se juntaban con el PSOE, se descuelgan con
aquella rueda de prensa, que era más la carta a unos reyes en los que no creen,
exigiendo la vicepresidencia del gobierno, y unos cuantos ministerios, ya
puestos a pedir, los más importantes.
En toda propuesta siempre se corre peligro en pasar “de
las musas al teatro”, pero esos políticos, políticas, que una vez fueron chicos,
chicas, universitari@s, deberían aprender a verse en cualquier momento desde la
distancia, y comprobar que sus representados, a los que siempre mencionan
cuando les conviene, más de una vez, y ayer fue uno de esos días, se sintieron rojos, pero no rojo comunista,
sino rojo abochornado, por comprobar que sus representantes lo único que saben
es “jugar” con sus sentimientos, y en cuanto tocan algo de poder, se montan en
él y vuelan, hasta que el globo estalla y el que se rompe la crisma es, como
siempre, el votante, la votante, que ayer se fundía de violeta e ilusión.
*FOTO: DE LA RED