Si la primavera conlleva cierto tipo de alergias, el verano trae consigo entre otro tipo de problemas, el síndrome del deportista advenido. En realidad, no creo que exista esta denominación pero no importa, porque este vecino del mundo cree que se entiende fácilmente el significado.
Con la llegada del verano, y en un intento de ser originales como en el resto del año, a todos nos entran unas ganas enormes de ir a la playa, y claro en un espacio donde deberían entrar doscientas personas, tienen que entrar dos mil, y más mal que bien intentamos coger nuestra parcelita, primero de arena, y luego de mar. Es en ese momento cuando a los afectados por el citado síndrome les entra unas tremendas ansias por demostrar el deportista que llevan dentro, y se empeñan en jugar al waterpolo o al tenis, cuando el resto del año los únicos bíceps que pudieran obtener sería mediante el uso del mando a distancia.
Dato muy importante es que no hay que marcar las lineas del campo de juego, y que es mucho más excitante si se practica entre la arena y el agua.
Otra de las características es que durante la ejecución del deporte solo ven a los demás paseantes o bañistas, cuando se les ha ido la pelota o el balón un poco lejos, e intentan utilizar a los en realidad sufridores, de recoge-pelotas. Es en ese momento cuando este vecino del mundo, si es el incauto al que se le pide que les devuelva la pelota, les recuerda con aire de veraneante estreñido que los que están practicando deporte, no de masas sino entre masas, son ellos, que lo único que él quiere es sobrevivir a ese día de playa, aunque en realidad en ese momento se sienta como corresponsal de guerra en pleno fregado.
Utilizando un término que ahora usan mucho los empresarios, los que sufren este síndrome deberían ser polivalentes y además de deportistas convertirse al mismo tiempo en recoge-pelotas. Por cierto, que si ahora a la mayoría de los trabajadores se les exige ser polivalentes, lo que el empresario realmente quiere decir con ese término, es que el currito de ahora tiene que hacer su trabajo y el de otro trabajador que ya no está, pero su trabajo sí. Sin embargo, muchos empresarios solo practican el concepto de polivalente para cobrar de varios negocios a la vez, mientras dan muestras de no ser racistas, no solo con el color de los trabajadores contratados, sino, mucho más importante, con el color del dinero que tienen entre manos.
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