No creo que os he hablado hasta hoy de Jordi, nuestro vecino catalán del cuarto. Lleva dos días de celebraciones con eso de la Diada y nos ha llenado de señeras toda la escalera. Hasta aquí todo perfecto, pero cuando ya pensábamos que todo volvería a la normalidad, todo se ha acentuado aún más, pues ha pedido una reunión urgente de vecinos y reclama una escalera para él solo por aquello de la independencia. Y si ésto es complicado, la otra petición lo es aún más, pues nos pide que su balcón ahora tiene que dar a las Ramblas de Barcelona por aquello de calmar sus ansias de expansión.
A todo esto hay que añadir, que todas sus peticiones las ha realizado en su lengua vernácula, aunque al final para asegurarse de que le entendíamos y tenía más posibilidades de lograr sus peticiones nos ha hablado en castellano.
Más o menos lo que ocurre con los bancos y las cartas de los diferentes gobiernos cuando quieren cerciorarse de que les entiendes.
Este vecino del mundo por aquello de que se cumplan los deseos más íntimos de cada uno de nosotros, está seguro de que muy pronto nuestra escalera va a parecer un aeropuerto lleno de garitas con las diferentes zonas para cada uno presentar su documentación correspondiente, porque aunque Jordi, como buen representante de su tierra, muy diplomaticamente se nos ha adelantado a efectos vecinales, no es más cierto que otros muchos lo están deseando también. Sin contar además con el grupo de inmigrantes que desde hace ya un tiempo viven en nuestro edificio y a que a ellos también les asiste la ley.
Cualquier día de estos vamos a tener que contratar traductores jurados para las reuniones de vecinos, ya que si la razón para todo tipo de peticiones es que pagamos nuestros impuestos religiosamente, a este vecino del mundo le parece también muy buena idea, que su casa dé al marco incomparable, pues si Jordi consigue sus deseos, este vecino no va a ser menos.
De todas maneras, si ya tenemos suficientes problemas con nuestros vecinos europeos para pagar la factura de final de mes, a partir de ahora vamos a tener más, porque la factura por escaleras y vistas independientes saldrá por un pico, aunque bien pensado quizás ninguna factura será cara si en el fondo cumples tus deseos, aunque en ellos se incluya también los sueños de todos y cada uno de los vecinos.
Y seguro que cumplir estos sueños será más fácil que conseguir la estación de autobuses en Donosti, hablemos o no cualquier lengua.
*FOTO: DE LA RED