sábado, 12 de abril de 2014

DE CUENTOS DULCES Y COCODRILOS HAMBRIENTOS

Hay personas que “cuidan” tanto su dinero que popularmente se suele decir que tienen cocodrilos en el bolsillo, aunque en estos tiempos de crisis hasta los cocodrilos se han ido intentando encontrar algo que comer. Y quien más o quien menos se busca la vida como puede, y además es mejor que no desvele su “truco” para sobrevivir moralmente a nadie, porque en este país hasta las paredes oyen, y seguro que de un día para otro aparecería un nuevo impuesto sobre lo que a ti te ayudaba a subir la moral.
Muchos de mis seguidores saben que me encanta el cine, y que mi película favorita es “Doctor Zhivago”, pero reconozco también que esa historia no es para recordarla todos los días porque, entre otras cosas, y espero que no se me acuse de “spoiler” (o destripador de finales), después de tantos años, ya todo el mundo sabe que no acaba bien, es decir, como la vida misma. Por eso, como terapia emocional, y cuando tengo que andar con mucho cuidado para no pisarme la moral, he de confesar que me atizo una sesión de “Notting Hill” en vena, y me quedo como nuevo.
Ya sé que me diréis que es un cuento, un cuento ambientado en la actualidad, pero un cuento. Eso sí, esta vez es la princesa quien planta un beso al ceniciento que se convierte en príncipe. Y puestos a que en esta sociedad nos cuenten cuentos y milongas para robarnos la cartera, siempre viene bien una historia con bonito final y llena de buenas intenciones, salpicada de humor inglés para que entre risa y risa, las lágrimas no resbalen por la cara sino que salpiquen directamente al que está al lado.
En mi caso además influye que tengo muy buenos recuerdos de Londres, y estoy convencido desde hace muchos años, de que en esa ciudad, y solo en ella, cualquier cosa es posible, como que alguien vaya en pijama por la calle y nadie lo mire, y si lo digo, es porque tengo pruebas.
Espero que tras esta confesión a nadie se le ocurra incrementar más el IVA a las películas dulces, ya que me imagino que los políticos no leen este tipo de blog, porque entre otras cosas cuando no ejercen su profesión deben de estar muy ocupados contando la fortuna que están amasando, o cómo “moldear” las leyes a su manera. Además, es bien sabido que el corazón y los sentimientos están bastante alejados de la cartera, y solo deseo, que algún día al meter su mano en su bolsillo, encuentren los cocodrilos que emigraron del mío por no poder sobrevivir en él.

*FOTO: DE LA RED

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