Mostrando entradas con la etiqueta Campofrío. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Campofrío. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de diciembre de 2013

¡MÁS GARROTE!

He llegado a la conclusión de que Dios existe, siempre que sea verdad eso de que está en todas partes. Y hoy por hoy está claro de que Dios es Martín Berasategui. No desperdicia una oportunidad. Lo último es el anuncio de “Campofrío” de este año. Hablar no habla, pero está allí, como Alfred Hitchcock en sus películas.
Lo que ocurre es que este vecino todavía se acuerda de una frase que aprendió cuando estudiaba inglés: “Practice makes perfect”. Algo así como que la práctica hace la perfección,  y últimamente no parece que entre estrellas Michelín, inauguraciones varias, programas de radio, y todo tipo de apariciones, no precisamente religiosas, practique mucho la cocina.
Ya sabemos que él tiene mucho “garrote”, más que el rey de bastos, palabra que utiliza para todo, y que siempre ha dicho que lo único que busca es la felicidad para sus comensales, y al menos está claro que la suya sí la ha encontrado. Este vecino debe pecar de inocente, pero siempre había pensado de que se pone un negocio para intentar ganar dinero, pero está claro que debo de estar equivocado.
De todos es sabido, al menos eso se dice, que entre el amor y el odio solo hay un paso, y este vecino del mundo cree que existe ese mismo paso entre Dios y el hombre del saco, y últimamente tengo problemas a la hora de meterme a la cama y apagar la luz. Y es que estoy convencido de que en cualquier momento el Señor Berasategui va a aparecer emboscado tras las mantas, y me va a ofrecer alguna tisana de exquisitas hierbas para que pueda dormir felizmente, y cuando me descuide me pega con su garrote en la cabeza.
El otro día soñé con Martín Berasategui, espero que La Nuri, mi sufrida, me perdone esta infelicidad, porque yo no me la voy a perdonar nunca, y mientras se me acercaba con esa sonrisa congelada que siempre lleva, pura contradicción con esa doctrina de comida fresca y del día que siempre proclama, observé que sus ojos se encendían  con un color rojo estremecedor, y en sus pupilas aparecía claramente el signo del dólar. Y no sé por qué pero me desperté temblando y pensando en las calderas de Pedro Botero. Espero que Dios Berasategui me perdone, porque yo no lo voy a poder hacer nunca.

*FOTO: DE LA RED