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martes, 5 de enero de 2016

REINAS MAGAS, LA TRADICIÓN DE ESTE AÑO



Ahora resulta que tenemos otro problema más para escribir la carta a los Reyes, porque lo hacemos…¿a los Reyes o a las Reinas?. Si no me queda más que elegir, y como la experiencia es un grado, este vecino del mundo se decantará por las Reinas Magas, porque, seamos prácticos, al final siempre son ellas las que preparan los regalos, o dicen, la última palabra.


Otra cosa es la tradición. Pero si algo estamos aprendiendo en estos últimos tiempos es que las tradiciones están para cambiarlas, y que algo que se ha hecho por una vez, el segundo año ya es tradición.


Personalmente cuando se comenzó a hablar de poner Reinas Magas, inocente de mí, me imaginaba el tema como mujeres disfrazadas de Melchor, Gaspar o Baltasar, que a los ojos de los infantes, destinatarios últimos del “show”, por decirlo de alguna manera, no variaba nada. Sin embargo, visto lo del domingo con la denominada “Cabalgata laica”, en Valencia, y presidido por las Reinas Magas “Libertad”, “Igualdad”  y “Fraternidad”, ya directamente me he imaginado uno de los carruajes presidido por una guillotina gigante, resplandeciente ella, muy cortante ella. Solo me falta saber si estas reinas van a traer carbón a los niños que no sean republicanos, porque según se dice es un auténtico remedo de la última cabalgata republicana que se hizo en Valencia.


Seamos serios, desde mi punto de vista al menos, unos señores con barbas y todo tipo de disfraces, dan un cierto aire de misterio a los niños, que viene bien en ese mundo de luces y sombras en el que todavía viven, y en el que cada día van aprendiendo algo nuevo. Y parece que hay que explicarlo, pero “los disfraces” de pelucas y barbas pelirrojas, grises y de tez negra, es un mero artificio, junto con lo exótico, a que de un año a otro se puedan cambiar los miembros sin que prácticamente se note. Cosa que también funciona igual con sus equivalentes tanto en Euskadi como en Galicia.


Pido perdón de antemano, pero ya se sabe que siempre digo lo que pienso, y por las fotos vistas, unas cuantas, “Libertad”, “Igualdad” y “Fraternidad”, las del domingo en Valencia, están encantadas de haberse conocido, y en ningún momento se les ve haciendo caso a la plebe infantil, no lo olvidemos, razón principal del acto, y directamente remiten en su apariencia a una alta clase social pija entre las pijas,  y de usos y costumbres tan separados del Lejano Oriente como del españolito medio. Y que de un año a otro,  se va a notar el cambio en los personajes. Es más, es posible, que para ahora, más de un niño haya dicho eso de: “Qué hace ahí la loca de mi madre. ¡Qué vergüenza para la familia!


Al ver las fotos de ellas, tan risueñas y “campechanas”, ya se sabe que esta palabra lleva mucho tiempo ligada a la realeza española, me he acordado (¡qué le voy a hacer si mi mente asocia imágenes de esta manera!) a aquellas imágenes en que una desconsolada Montserrat Caballé, desolada entre las desoladas por el incendio del Liceo, santo y seña de la sociedad catalana más catalana, y al que no podía entrar cualquiera, pide, y además en un excelente castellano, dinero a todos los españoles.


Sé que hoy me he podido meter en un jardín inmenso, y también es posible que mi Reina Maga particular me haga gentilmente trasladarme a otra ala del palacio, y dormir allí hasta que haya pagado con el carbón del desdén por dar una opinión que, además, nadie me había pedido. Pero de la buscada de la paridad, hemos llegado, pasando por una parida, que aunque se parece semánticamente, nada tiene que ver, a un derrocamiento real,  por algo que tiene mucho de fuegos fatuos y de disfrazarnos de carroza real fémina una igualdad, que el día a día lo desmiente.


Mientras, los niños, más desorientados que una brújula ante un imán.

FOTO: DE LA RED