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viernes, 10 de abril de 2015

CUANDO EL DESTINO TE PONE MIRANDO AL SUR



Cuantos más detalles vamos recibiendo del intento/simulacro/cachondeo de salvamento de los tres espeleólogos españoles que tuvieron un grave accidente en una cueva en Marruecos, más ganas da de llorar, ante semejante cúmulo de presunta, por no meternos en problemas, ineptitud por parte de las autoridades marroquíes, y lo que pueda tocar, que toca, a las nuestras.

Y mientras el gobierno español, como siempre, intentando hacer sin hacer, tomando medidas, sin tomarlas, y una vez más el destino nos pone "mirando al sur".

El relato del único superviviente, Juan Bolivar, ayer, primero en una rueda de prensa, después por la noche en la radio, pone la carne de gallina, y recuerda más a las andanzas de un Inspector Clouseau, que de una estrategia de rescate normal y corriente. Con el agravante de que está viendo morir a su compañero tras cinco días de sufrimiento por la falta de pericia de los dos miembros de la Gendarmería marroquí, que visto lo visto, su incapacidad es más que demostrable, y que todo tipo de mando intermedio ahora va a intentar quitarse de en medio. Porque está claro que caerá alguna cabeza, pero ya sabemos que en estos casos siempre es mal y tarde.

Nuestros vecinos desde la época de la célebre y desgraciada Marcha Verde nos tienen tomada la medida, y saben que el león español de fiero no tiene nada. 

Precisamente y empalmando con esta desgraciada noticia, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha propuesto juzgar a once altos cargos y militares del Gobierno de Marruecos a los que imputa, entre otros, un delito de genocidio por los crímenes que se cometieron contra los refugiados del Sahara Occidental entre los años 1975 y 1992, a la vista de las pruebas encontradas y auditadas en una fosa común, con restos de españoles a todos los efectos.

Como se suele decir: - No quieres taza, pues toma taza y media. Y este vecino del mundo se está refiriendo naturalmente al gobierno español, que si quería no poner más nervioso al vecino del sur, se le están acumulando las razones para al menos no llamar a su puerta solo para pedir “perejil”, y hablar del comportamiento de sus "hijos", que por de pronto, y en el caso de lo acontecido durante el intento de salvamento de los tres espeleólogos, decían tener unos conocimientos y material, que al menos en este caso, no han demostrado.

A todo aquel que siga desde hace tiempo a “este vecino del mundo”, ya sabe que si algo es, es demócrata, tranquilo, y entiende y comprende todo lo entendible y comprensible. Pero llega un momento, como se suele decir, o te atas los machos, o te toman por el pito del sereno, y ya los serenos hace tiempo que se perdieron en la curva del tiempo. ¡Ojo! Y que conste que el vecino del mundo no lo dice porque en este caso el problema tiene aires africanos y parece que puede ser más fácil tomar medidas. Cuando ha tenido que  opinar en contra de franceses, alemanes, o cualquiera que fuera su origen, también lo ha hecho.

Porque a este vecino del mundo no le duelen prendas, y no deben doler, no por el orgullo patrio, no, que eso siempre es muy ambiguo, sino porque por burocracia, por aparentar una preparación o por lo que fuera, tres personas, que en este caso, da la casualidad de que son españoles, han tenido un problema muy grave, y dos de ellas ya no están entre nosotros ni para que les pidan perdón, ni para perdonar.

Está claro que no debemos esperar ninguna declaración del Señor Rajoy, a la sazón Presidente del Gobierno, porque en numerosas ocasiones ha declarado que él de muchas “cosas” no habla, y seguro que de ésta tampoco. Es más, seguro que no merece ni la categoría de colocar la televisión de plasma. Porque mientras la gente "normal" tiene un ángel de la guarda, eso dicen,  Rajoy tiene un plasma. No se debe de fiar ni de un espíritu, o el espiritu de él, vaya usted a saber.

En este momento solo me viene una frase a la cabeza: Por vuestros actos os conocerán.

*FOTO: DE LA RED



jueves, 22 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (Y III)

Hoy vamos a cerrar esta ventana abierta hace ya tres semanas, con lo que nunca se dice, ni se contempla, en los “sesudos” estudios sobre el veraneante medio.
La mayoría de los turistas extranjeros que vienen a España, no es, ni por la belleza de sus pueblos, que la tienen, ni por la cordialidad de sus gentes, que también. La gente elige España, especialmente en la actualidad, porque otros países que podían ofrecer “artículos” parecidos, como son Túnez y Marruecos, son menos seguros y problemáticos, y los precios son más baratos que en los países de origen del visitante en cuestión. Lo mismo ocurría en su momento, y ahora otra vez, con el rodaje de películas extranjeras, como la que va a rodar sobre Moisés, en breves semanas, Ridley Scott en tierras de Almería. Los precios son más baratos, y la calidad de los técnicos muy buena, y lo demás son zarandajas y excusas para no decir la verdad.
La colonia británica que se pasea por nuestras costas, cerveza va y cerveza viene, es totalmente alérgica a cualquier tipo de ejercicio, a excepción del de levantamiento de vidrio sobre barra fija proveniente del día anterior, antes de la tempranísima y aterradora hora de las once de la mañana.
Está comprobado además, por aquello del todavía quijotismo hispano, que los peores sitios de un restaurante, junto a las corrientes del aire acondicionado, y posibles efluvios provenientes de los aseos, los camareros se los quieren “endiñar” al turista nativo, por el simple pensamiento de que si no vienes hoy, vendrás mañana, pues no tienes la “capacidad crematística” para trasladarte fronteras afuera.
Las disparatadas ganas que entran al turista medio, especialmente a la hora de la cena, de hacerlo fuera del recinto donde reside esos días, bien sea en apartamento alquilado o en hotel, aunque todavía haga mucho calor y la humedad reinante bata records un día sí, y el otro también. Es frecuente, al menos en Torrevieja, y pueblos aledaños, el guardar cola en las terrazas, incluso de más de un cuarto de hora, para cenar, y no estamos hablando de restaurantes de rancio abolengo, sino en cualquier chiringuito del tres al cuarto.
Y ya para terminar, recordar también la fiebre de comprar, comprar todo e irracionalmente, que nos entra estos días, y que incluso se traslada a la misma playa, en la que aparece el equivalente del top manta hispano, o retazos del mercadillo de toda la vida, vendiendo batas, biquinis, camisas, pantalones cortos..., todos de marcas extrañas, si las tienen.

*FOTO: DE LA RED