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miércoles, 20 de mayo de 2015

LA OTRA CARA DEL MISMO LUGAR, O EL "EFECTO LUNA"




En primer lugar, y aunque no necesite ninguna justificación,  he de confesaros que este vecino ha creído conveniente disfrutar de estos dos días anteriores en silencio, el mismo silencio que hoy precisamente van a crear muchos músicos y personas relacionadas con la música, al cesar su actividad durante veinticuatro horas,  para protestar  por el famoso, a su pesar, I.V.A. cultural, con la diferencia de que lo de este vecino era, en parte, motivado por trasladarse a Torrevieja durante unos cuantos días. Como el viaje lo he realizado en autobús, muchas horas, más de las deseadas, me he sentido una especie de  Phileas Fogg a la española, es decir, con nada de presupuesto.

Es la primera vez que vengo en esta época del año, y no tiene nada que ver, eso me gusta, con el ambiente que se respira en pleno Agosto. Tras varios paseos y consiguientes conversaciones conmigo mismo,  he sentido una especie de subidón al comprobar que soy de los más jóvenes "veraneantes", en un turismo que todavía es, en su mayoría, de la denominada "tercera edad", y parece que el destino me esté haciendo la pelota, es una sensación muy extraña. Además, el tiempo me regala un viento que parece prometer una lluvia inminente, pero que como muchas promesas, y más en estos días preelectorales, no se cumplen.

Es tal el cambio, por otra parte obviamente esperado, que me he acordado de mi niñez.

Al ser mi padre de Azpeitia, ilustre villa por otra parte, solíamos ir todos los años a disfrutar de las fiestas de San Ignacio, el 31 de Julio. Y  claro, para mí durante muchos años decir “Azpeitia”, era hablar de un pueblo en constante fiesta, lleno de ruido, gente, y se supone que alegría. Hasta que ya de mayorcito tuve que ir al mismo sitio, ya no recuerdo por qué, en un día normal y corriente. Y el pueblo en el que siempre había alegría, bullicio, y mucha, mucha, gente, como si fuera un decorado de Disney víctima de un hechizo, se había convertido en otra cosa. Ya era un pueblo normal.

Y ahora, Torrevieja, es una ciudad normal, y eso me gusta, y mucho, porque aunque es un lugar que vive todo el año del turismo, parece que ahora no tenemos un foco que nos señala todo el rato. Da la sensación de que vamos, y espero que se me entienda, de incógnito. Incluso a esa gente que a cien metros “canta” a guiri, ahora nadie le molesta dándole publicidad de cualquier tipo mientras le señalan un punto al que debe ir.

Por cierto, sería un punto a pensar, si es necesaria tanta publicidad de todo tipo, en el contexto del turista que ya está en el lugar elegido, y al que parece, visto desde el mismo lugar pero ahora con mucha más tranquilidad, le están instando, más que sugiriendo, lo que debe de hacer.

Es un paralelismo total con estos días electorales en los que nos ofrecen el oro y el moro, y sabes de antemano que te están mintiendo a la cara, y para ello además, y una vez más, están utilizando nuestro dinero.

No quiero acabar, sin darle un tirón de orejas al todavía Presidente del gobierno, Señor Rajoy, para recordarle que pese a sus palabras ayer en Pamplona, preguntando retóricamente que quién se acuerda ya de la prima de riesgo y del paro, todavía hay muchísimas personas que están no solo en el paro, sino en el ostracismo más aislado, unos porque son jóvenes, otros porque han sido tildados de “mayores”, y tampoco hay que olvidar a esos, ancianos la mayoría, que han sido timados por una entidad bancaria a la que creían amiga.

Espero sinceramente que la salida de pata de banco del Señor Presidente sea la gota que colme el vaso, que haga que su partido no vuelva a saborear las mieles del éxito, y que él, el mismísimo Señor Rajoy, descubra, cuando le bajen de la poltrona, que siempre hay otra cara de ese mundo en el que él creía vivir, una especie de "efecto luna", su cara oculta,  como a este vecino le ocurrió en su momento con Azpeitia, y ahora con Torrevieja.

*FOTO: DE LA RED


lunes, 6 de mayo de 2013

EL OLOR DE LA PRESENCIA


Hay muchos momentos de nuestra vida que se pueden resumir en un olor. Y al revés, que merced al olor que en un cierto momento te puede vestir, te traslada inmediatamente a algún otro momento vivido.
El olor a pólvora siempre me ha traído el inequívoco recuerdo de la víspera de los Reyes Magos. El olor de la cabalgata de mi pueblo, producida por la combustión de las antorchas que portaban las filas de pajes desfilando antes de cada rey.
El olor a puro, también retrotrae a este vecino del mundo, que nunca ha fumado, pero sí recuerda a su padre fumando uno después de una buena comilona en la celebración de cualquier fiesta, y como buen hijo de alguien nacido en el pueblo de Azpeitia, y de entendible afición taurina, en un pueblo que posee una muy bonita, aunque pequeña, plaza de toros, tardes en el tendido de sol en las fiestas de San Ignacio.
Y lo mismo que hay olores con buenos recuerdos, los hay también que viajan con malos recuerdos incorporados, como el olor a asepsia en un hospital, acompañando a un familiar enfermo, porque en contra de lo que se pueda pensar, la asepsia huele, lo mismo que el agua, que siempre nos han enseñado que es insípida, tiene sabor.
Y quizás en esta vida lo peor sea oler algo que no te traiga ningún recuerdo, es como las personas que no te sugieren nada, aunque sea bajos instintos.
En esta vida al final lo que cuenta no es el dinero, sino los buenos recuerdos que te llevas, y que dejas tan bien. Siempre se ha dicho que no hay más pobre que aquel que solo tiene dinero, aunque es probable que el que diga eso, nunca haya tenido la posibilidad de comprobarlo.
Tras un cierto olor a podrido, una flor en la nariz hace que los aromas otrora medio olvidados y que están recubiertos del polvo del olvido, brillen con más fuerza.
Lo más triste en esta vida es el pasar por ella sin significar nada para nadie, y que nadie te recuerde ni para bien ni para mal, el bañarse entre dos aguas, sin definirse por ir al Norte o al Sur, por nunca dar con el puño sobre una mesa para dirigir las miradas de los demás a la boca por la que surgen tus derechos.
Tiene que ser terrible que detrás tuyo solo quede un cierto olor a nada. 

*FOTO: DE LA RED