Mostrando entradas con la etiqueta cadáver. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cadáver. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de mayo de 2018

CUANDO LA MUERTE NO SE HACE NOTAR...


Escrutando los periódicos digitales de hoy buscando una noticia diferente y que sin duda pueda pasar desapercibida por su aparente pequeñez, pero que pueda dar, a un mismo tiempo, para un largo pensamiento, o como se diría en el argot periodístico, diera para un “editorial”, me encuentro en un segundo plano en El País: “Hallado en Valencia el cadáver momificado de una anciana a la que nadie echó en falta en cuatro años”. 

A destacar, antes de nada, que es una noticia que desgraciadamente se está repitiendo cada vez más, en una sociedad más longeva y solitaria.

Ya si al mero hecho de fallecer alguien que siempre tiene mucho de tristeza, le añades el factor soledad, tienes un panorama desolador. 

Nunca quieres la muerte, irónicamente es ley de vida, pero mucho menos separado de todo el mundo, bien porque la vida es así, y no te queda ningún familiar, o porque en algún momento, quizás, tu actitud te fue separando de todo el mundo…

En la noticia se dice que “Una portavoz de la Policía Nacional (es de agradecer que en estos momentos en los que se hace campaña por todo, no nos hayan martirizado con lo de “portavoza”) ha indicado que el aviso lo dio este lunes por la tarde un vecino que salió a limpiar el deslunado —el pequeño patio interior que sirve para iluminar y ventilar las casas en los barrios marítimos valencianos— de su vivienda y vio que en el inmueble contiguo había ropa tendida que parecía llevar años colgada. Cuando se fijó mejor, observó también unas piernas tumbadas en el suelo a través de la ventana de la cocina”.

Parece ser que el cierre, casi hermético de la vivienda, contribuyó a encontrar el cadáver momificado, y consecuentemente, evitándose el hedor que en otro momento pudiera haber alertado a los vecinos.

Me han dado mucho que pensar también dos pequeños detalles que se puede desprender de lo leído siendo un poco malote, y que en un primer lugar me llevaría a ensalzar la aparente falta de cotilleo de un edificio en el que no se eche en falta a alguien por mucho que no se relacione con nadie. Es más, debían de estar convencidos de que se debía de haber mudado de lugar.

Y el otro detalle que le da al ojo a este vecino del mundo, es que en cuatro años sea la primera vez que se limpia ese patio.

Este vecino del mundo es mucho de sensaciones repentinas, y quizás como consecuencia del muy reciente fallecimiento de Don Antonio Mercero, y con él quizás todavía en la piel, lo primero que le ha venido a la mente tras la noticia, es la imagen de un López Vázquez aterrado en “La cabina”. La pequeñez y fragilidad de una simple vida ante el “todo” que te rodea.

Y mientras una cabina es una especie de pecera en la que todavía se puede distinguir si hay vida en su interior, la frialdad de unas casas encaladas, como es el caso del escenario donde ha ocurrido el hallazgo  (y que a este vecino, dicho sea de paso, le parece precioso y digno cuando menos de ser inmortalizado en un cuadro) nunca delatarán la tragedia que puede esconderse en su interior.

*FOTO: DE LA RED