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lunes, 3 de octubre de 2016

FERRERAS, ¿HITCHCOCK O WALLY?



Hay programas televisivos que se les dan de progresistas, y realmente, en el mejor de los casos, lo son, y de ir en contra de toda decisión discutible de gobierno en funciones o no, y al final, bien pensado, cometen los mismos errores contra los que un día sí y otro también, van en contra.


Sin ir más lejos, el programa de la SextaAl rojo vivo” suele buscarle las vueltas a todo, y sin embargo, este sábado, se vio claramente que por el espectáculo todo vale, y por cierto, cuanto más barato mejor.


Si bien el seguimiento de la cadena ya mencionada fue muy riguroso con la crisis del PSOE en su sede de la Calle de Ferraz, para cualquiera de los televidentes que conectaran sucesivas veces a lo largo del día, aquello ya a simple vista olía a sudor, esclavitud y a “morir con la alcachofa en ristre”.


Siempre se ha dicho que un periodista es como un médico, no tiene horas fijas de trabajo, aunque visto lo visto, en realidad lo que se quiere decir es que “cualquier hora, intempestiva o no, es del periodista que quiera mantener su trabajo”.


Estamos todos los días con esa presunta explotación empresarial y a los de la Sexta no se le cae los anillos en que el Señor Ferreras y sus tres ángeles estén desde las ocho de la mañana del sábado hasta más de la una de la madrugada del domingo (aunque para ser exactos, el jefe, Ferreras, creo que dejo de aparecer en pantalla sobre las nueve de la noche) siguiendo el asunto Ferraz como, y nunca mejor dicho, no hubiera un mañana.


¿Eso es dar ejemplo a las nuevas generaciones de periodistas, o simplemente un aviso a navegantes? ¿Es necesario como en toda película de Hitchcock descubrir en qué momento aparece él, o lo importante es la noticia?


Por un momento este vecino del mundo se imaginó tanto a Ferreras como a sus tres chicas disfrazadas del inefable Wally intentando entrar en las oficinas de Ferraz. Hubiera sido un puntazo para el programa que hubiera valido esa votación que intentaron los partidarios de Pedro Sánchez con la urna oculta, y que al hacer el recuento hubieran aparecido tantos votos a favor, tantos en contra y tres gorros de Wally con el logotipo de la Sexta.


Quizás, entre los programas estrella, se debería de enseñar también a conjugar el verbo “delegar”, porque puede llegar un momento en el que lo importante  no sea la noticia sino el que la sirve y su estado emocional e higiénico. 

*FOTO: DE LA RED