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viernes, 26 de abril de 2013

MOMENTO EN ROJO


Ayer sobre las ocho de la tarde este vecino del mundo salió con su cámara de fotos dispuesto a inmortalizar el eclipse de luna que iba a tener lugar. Solo me faltaban unos rasgos orientales, para identificarme aún más con la labor que iba a cumplir. Y como se suponía que el momento sería un poco más tarde de las diez de la noche, salí con tiempo suficiente, como hubieran dicho nuestros padres, para darme un garbeo por el paseo de la Concha.
Estaba a la altura del tiovivo gabacho-romántico en Alderdi-Eder, cuando comencé a darme cuenta de que iba a tener la gran suerte de vivir el momento de la noche, “el momentazo”, como hubiera dicho un siempre excitado Boris Izaguirre, y no era precisamente el eclipse, sino la tremenda puesta de sol que teñía el cielo y el mar donostiarras de un rojo que para sí lo hubiera querido Doña Dolores Ibarruri, más conocida como “La pasionaría”, porque era un rojo pasión, un rojo que aviva los sentimientos, y te hace sentir que por tus venas corre sangre, y que puedes apreciar esa maravilla de la naturaleza.
Estando, literalmente, con la boca y la mente abiertas, pude darme cuenta de que la gente prefiere acaparar que sentir, porque la mayoría de los viandantes en lugar de dejarse llevar por el momento en rojo, luchaban por sacar el mayor número de fotos en el menor tiempo posible, y algunos en posturas incalificables, intentando atrapar la postal en cuclillas, entre los hierros en blanco de la célebre barandilla de la Concha.
Aunque en ningún momento se pudo ver al sol como la típica bola de fuego, sino como una capa roja que cubría el horizonte, mis ojos habían quedado cegados por la belleza del momento, y a partir de entonces, el paseo se convirtió en una borrachera de sentimientos que me hacían estar y no estar. Bajé a la arena, en una semi-inconsciencia complaciente, y recorrí las dos playas aprovechando que la bajamar había ampliado el espejo de arena que reluciente captaba la variada paleta de efectos.
¿El eclipse? Bien, supongo. Ni me enteré, ni lo lamenté, porque para sentir momentos en negro, desgraciadamente lo estamos haciendo todos los días.

*FOTOS: PATXIPE