Mostrando entradas con la etiqueta escritor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta escritor. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de septiembre de 2015

PEINADORES DE CALVOS


Odio, es un decir, a esas personas que llamándose amigos, cada vez que les cuentas algún proyecto, que todavía está casi en la modalidad de "sueño", te miran con mezcla de extrema sapiencia y caridad cristiana, y pareciendo que te animan, en realidad por sus palabras se deduce que te están preparando para la derrota.

Este vecino del mundo les llama “peinadores de calvos”, y creo que se puede entender fácilmente, porque ellos nunca dirían ni llamarían a alguien calvo, aunque lo sepan, y de hecho antes peinarlos que sacarlos de su error.  Este vecino también cree que si  cuando ¨”declaras” tus sueños, pensamientos o intenciones, alguien te dice su opinión llanamente, eso no está nada mal, al contrario, se puede aprender, pero sin ser pisoteado, ni revestirlo de una comprensión disfrazada, que tiene mucho de mirarte desde arriba, y bastante de “no te enteras de lo que es la vida”.

No sé si por el tiempo en que nos ha tocado vivir, pero la actualidad está llena de peinadores que ya más que de calvas quieren intervenir en tu cerebro.

El mundo de la política especialmente está lleno de ellos. Nunca te van a decir que quieren que su partido se mantenga en el poder, si lo está, o que llegue al poder, si todavía no lo ha conseguido, ni te dirán que les apetece el poder por el poder. Lo disfrazan de “por ayudar al país”, ya procuran no decir “patria” por aquello de que todavía llegan ecos de los cuarenta años de dictadura. Declaran, porque ellos no hablan, declaran, que es por librarnos, en realidad, de la ineficacia más absoluta. Tienen la suerte de estar siempre en la orilla de la razón más absoluta, y aprovechan cualquier momento para recordarnos quién la tiene. Incluso, si por  una ráfaga de viento, se puede llegar a cerrar una puerta con un estruendoso portazo, ellos siempre te dirán algo parecido a que “así empezó en Venezuela y el coletas es su máximo responsable en España”.

Un peinador de calvos está convencido de que siempre tiene razón, y se supone que tiene que sufrir mucho al ver que el personal opina otra cosa y que le resulta imposible sacarles de su error.

El Señor Rafael Hernando Fraile, actual portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, sería un gran peinador de calvos. Con ese aire de superioridad, de haber vuelto cinco veces mientras el resto de los mortales ha ido, a duras penas, tan solo una. El Señor Hernando con esa sonrisa, casi codificada, no es que te mira desde arriba, sino que constantemente está en un dron a miles de ideas de altura del resto de los mortales. La vida para él tiene que ser un constante sufrimiento viendo la clara ineptitud del resto de los mortales, especialmente aquellos que, claro está, no son de su partido.

Por citar, tan solo uno más, y que no provenga del mundo de la política, donde peinar calvos es asignatura, parece ser, obligatoria,  se podría destacar en la modalidad “cum laude”, como no podría ser de otra manera,  a Don Fernando Sánchez Dragó, escritor de escritores, que si el Señor Hernando montaba en un dron, a él el mundo se le hace pequeño, de hecho, se declaró apátrida, y tiene la capacidad de saber de todo y haber estado en casi todas partes. Este vecino, y no es broma, está seguro que cuando Cristobal Colón llegó, para él, a Las Indias, el Señor Sanchez Dragó, ya había escrito unas cuantas notas  sobre aquellos lugares, tras haberlos paseado tranquilamente hablando con los nativos.


Siempre se ha dicho, muy acertadamente, que en este país, el que no corre vuela, y este vecino del mundo añadiría, que el que puede también peina calvos, y si se lo permiten hasta les pone laca, para que su osadía sino es “’permanente” al menos sea duradera.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 21 de marzo de 2015

LUTO POR UN RENACENTISTA EN VAQUEROS



Ya sabemos que una definición, quizás chabacana y muy manida, es que la vida es una película. Y en toda película no solo son importantes los actores principales, que en este caso somos cada uno de nosotros, sino que es conveniente rodearse de un buen elenco de actores secundarios. Y hoy, hace apenas unas horas, nos hemos enterado de que ha fallecido uno de esos actores secundarios de mi vida, y me imagino que de la mayoría, como ha sido Moncho Alpuente.

Para las nuevas generaciones ese nombre tristemente no significará nada, pero  para los nacidos, como es el caso de este vecino del mundo, hacia mediados o finales de los cincuenta, Moncho Alpuente tiene un significado de nuevos aires, de cambios, de otra mirada, más moderna, nunca mirando hacia atrás. Unos fotogramas en color en una película, otra vez, en blanco y negro.

Se suele decir que quien mucho abarca, poco aprieta, pero en el caso del Señor Alpuente (periodista, escritor, cantante, compositor, y con recorrido tanto en radio como en televisión, incluyendo la dirección de un capítulo de una serie) debe de ser la excepción de la regla. Es una persona que ha sabido evolucionar de acuerdo a la época que le ha tocado vivir, cosa que quizás aprendió al mismo tiempo que, en su juventud, tenía que torear a una censura muy estricta. Si alguien me pidiera una definición de Moncho Alpuente, este vecino del mundo lo tiene no claro, sino nítido: un hombre renacentista en pantalones vaqueros, que puede ser confundido con un aprendiz.

Lo importante del Señor Alpuente será por siempre, su manera de decir las cosas, con cercanía y quitándole siempre la aureola de lo culto para dárselo al pueblo. Muchos estarán diciendo en estos momentos que ha muerto un humorista. Pero el Señor Alpuente ha sido más que eso, una especie de filósofo en zapatillas, que ha sabido contar y argumentar su manera de ver la vida, con humor, tanto en verso como en prosa. Prueba son las miles de columnas que habrá escrito en periódicos, hablando de “su” actualidad, y de varios libros entre los que se podría destacar, por nombrar uno, “Hablando francamente”, que es una especie de biografía, con acento netamente satírico, de Franco.


En la música siempre fue ingenioso hasta para ponerle nombre a sus grupos, desde el primero, “Las madres del cordero”, Desde Santurce a Bilbao blues band”, "Moncho Alpuente y los Kwai" y "The Moncho Alpuente Experience". Su gran éxito, e himno de los conductores de los setenta fue “El hombre del seiscientos”, con su grupo de ese momento “Desde Santurce a Bilbao blues band”.

Desde hoy, para sus seguidores al menos, la vida va a ser un poco más aburrida, y consecuentemente, más larga.

Descanse en paz el bueno de Moncho Alpuente, todo un renacentista camuflado de hombre corriente.


*FOTO: DE LA RED