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viernes, 6 de julio de 2018

EL CUENTO DE LA REGENERACIÓN



Lo de ayer, o mejor dicho, lo de estos días en el Partido Popular ha sido más un ejercicio aclaratorio de cómo está de salud el grupo político que nos ha “guiado” durante los últimos años que de práctica democrática.

Personalmente,  y tal como han ido las cosas, que de en teoría más de ochocientos mil afiliados solo voten menos de setenta mil, uno tiene la sensación de que cuando menos está en una especie de set de rodaje donde lo que contempla es un decorado de cartón piedra hecho para aparentar, y que en seguida te guía a una pregunta: ¿De dónde ha salido el dinero para tanto festejo promocional en época de comicios?

Porque si los afiliados, la gran mayoría no tenían al día sus cuentas, para dispendios no debería de estar el partido por mucho que se reciba dinero en cada época electoral.

Está claro que a España le han venido bien los nuevos partidos con, en teoría, aires nuevos. Aunque luego esos partidos nuevos, hagan lo que vulgarmente se definiría como “hacerse la picha un lío", y a las primeras de cambio, muestren tendencia de que la cabra siempre tirará al  monte, y  no hay más que ver el espectáculo lamentable de un Podemos intentando pergeñar una televisión estatal mirando definitivamente a la izquierda, en lugar de dejar que gire a todos lados como una rosa de los vientos informativos.

A España, como decíamos, le ha venido bien los nuevos aires, aunque quizás el Partido Popular haya podido coger una pulmonía, y un partido que estaba echo para ser guiado a dedo, ahora ha tenido que hacer unas primarias, por no decir de “chichinabo”, diríamos en un lenguaje blanco, unas primarias al estilo de la Señorita Pepis. Intentando hacernos creer que el ayer queda en la tierra de Nunca Jamás, o junto a donde están las llaves de la canción infantil. Pero por mucho que los tres principales candidatos, este vecino también incluye a Cospedal, sean jóvenes, tienen sus raíces del pasado más fuerte que la base donde estaba clavada la espada del que luego sería el Rey Arturo.

La regeneración de un partido no está en quitar las arrugas epiteliales, sino en adquirir hábitos nuevos, quizás por aquello de que el hábito hace al monje. Pero, según este vecino del mundo,  mientras se siga ligando un partido a los auténticos colores de un país y a los vigilantes de la patria, mal andamos. Porque está claro que seguirán confundiendo el país con un cortijo.

Os habréis fijado que este post está plagado de comparaciones con historias infantiles. No es por mera casualidad. Es que este vecino está convencido de que nos han intentado colar un cuento, y no se podía responder de otra manera.

Una última reflexión, si los que se acaban de caer del gobierno, tienen el partido como tienen, cómo debe de estar este país detrás de lo que se ve, que seguro que también es de cartón piedra. ¡Miedo me da!

*FOTO: DE LA RED (RODAJE DE "DOCTOR ZHIVAGO")

sábado, 10 de octubre de 2015

UN FREELANCE DE LA VIDA


No sé si a vosotros os habrá pasado igual, pero como las costumbres van cambiando un día sí y el otro también, llega un momento en que un buen día te encuentras comulgando con ruedas de molino, o como hoy me ha ocurrido.

Estábamos, La Nuri, mi sufrida, y este vecino del mundo, viendo un reportaje en televisión, en el que salía un cantante, que aunque ya tendrá sus añitos se le puede considerar como de la nueva hornada por hacerse cantante tras un affair con una famosa. Y La Nuri me ha dicho: -Este chico tiene que ser gay.- Y si algo detecta rápidamente una mujer es eso. Parece que lo capta en el ambiente. A lo que yo le he contestado sin parpadear: -En todo caso le dará a todo, porque ha salido con esa famosa durante más de un año.

Y he comprendido que lo de “darle a todo” lo había considerado como si cambiar de hábitos sexuales fuera algo así como aprender a andar en bici, que tras unos días de dudas, una vez de empezar a pedalear, no paras.

Algunas veces pienso en que si algún pariente nuestro, que hubiera fallecido hace ya unos veinte años, volviera con nosotros, del susto volvería al cementerio pero por voluntad propia.

Los programas de la televisión, por ejemplo, para bien o para mal pero no son ni la sombra de lo que fueron.
Antes en los Telediarios se diferenciaban las noticias culturales de los estrenos de cine, que en realidad es publicidad encubierta. Y en los programas de entrevistas salían famosos de verdad. No la novia de uno que ha salido durante varios meses con una famosa que, en realidad, no sabemos por qué lo es. 

No se deberían de hacer entrevistas a personas que siempre son unos bordes y no conceden entrevistas a nadie "porque su vida es suya”, pero ahora les interesa porque tienen o un disco, o un libro, o algo que quieren “vender”

Antes se iba a la búsqueda de la noticia, y  ahora se crea noticia de un producto que se quiere vender y se ofrece a todo el mundo.
Antes, de los presentadores de la televisión, por ejemplo, no sabías nada. Ahora, ellos mismos dan y crean noticias. Y además, no "sirve" alguien que tenga una, digamos, y que se me entienda, una sexualidad aburrida.

Todos quieren ser tratados sin ser discriminados por su opción sexual, pero algunas opciones sexuales se presentan como lo más de lo más, como valiente, como romper o explotar el armario en mil añicos. Y eso debiera ser lo menos importante. Lo importante siempre tiene que ser el amor, así, sin letra pequeña.

Y ahora hay amores, como los nuevos contratos, que duran un día. Y tardas más tiempo en contarlos con pelos y señales, que lo que has amado, o te han amado.

No sé si son los años que vamos cumpliendo, que lo serán, y que van pesando, pero en ciertas cosas hemos salido perdiendo. Como con ese sentido de la familia. Ahora hay demasiado “yo”, y poco “nosotros”. Demasiado “porque yo digo lo que pienso”, y muy poco “comprendo lo que me has dicho”, porque en realidad, ahora se escucha poco. Solo esperas a no oír sonido contrario para insertar tu perorata.

Al final, lo mejor será ir por libre, ser un free lance de la vida. Y como vas viendo cómo funciona ésto de estar vivo todavía, es mejor no perder el tiempo e ir diciendo lo mucho que quieres a los que quieres, que dar a entender lo mal que te caen, los que te caen mal.

Será mejor amarnos, los que nos tenemos que amar, ahora que tenemos tiempo, y decir, incluso, un “¡Viva el vino!” ahora que junto al  tiempo, nos han dejado todavía un poco de calderilla…

*FOTO: DE LA RED