Mostrando entradas con la etiqueta movilidad exterior. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta movilidad exterior. Mostrar todas las entradas

sábado, 3 de febrero de 2018

REPASANDO LA SEMANA...

Estamos prácticamente poniendo fin a una semana muy movidita. En la que entre otras cosas hemos seguido aprendiendo nuevo español a fuerza de político que va o viene.

Si ya los del PP en su momento nos enseñaron que lo que hacía la juventud yéndose de España no era “emigración” sino movilidad exterior, con el tiempo hemos ido aprendiendo también, que ya no existe la mentira sino la posverdad.

Si estos últimos tiempos, y siguiendo con las clases del español en nuestros días, hemos aprendido que ya exiliarse no es huir a otro país porque en el tuyo te pueden hacer pupita, y como requisito indispensable, existía la antigua estampa de irse con una mano delante y la otra detrás. 

Ahora no, estos días hemos aprendido que estar en el exilio, al menos por lo que se desprende de las últimas andanzas de Puigdemont, es alquilarse un casoplón por unos 4.400 euros mensuales, de alrededor de 550 metros cuadrados, seis habitaciones, tres cuartos de baño, cocina, garaje con capacidad para cuatro vehículos, una amplia terraza y que da a un más que generoso jardín.

En un principio me ha parecido excesivo pero, bien pensado, qué queréis que os diga, si todos los catalanes en problemas y fuera de Cataluña tienen derecho a pernoctar allí, al final se va a hacer hasta pequeño. 

Porque se supone que Puigdemont está luchando por todos los catalanes, ¿verdad? Además, y por lo que se comenta, lleva al financiador consigo a todas partes. A lo mejor, si le sale bien todo al exiliado, hasta tiene un pequeño detalle, llámenme loco, con su promotor, porque al menos en mi mundo si ya hasta se cobra por el perejil, de lo de atar los perros con longaniza ni hablamos.

Y de un guion que se escribe, que lo escriben, cada día con más zigzags que una película de Hitchcock, hoy vamos a pasar, y con razón, a los guiones profesionales y a todo ese mundillo en la Gala de los Goya que tendrá lugar dentro de unas horas, y en el que los ganadores agradecen hasta a la comadrona que estaba de turno el día en que nacieron. Y es que en el fondo en España, digan lo que digan, somos un país de agradecidos.

Por lo que se dice, hoy se van a ver bastantes abanicos rojos, ya que la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) va a repartir durante la trigésimo segunda gala de los Premios Goya abanicos con el lema #MASMUJERES, como denuncia a  "una situación de desequilibrio" y para anunciar su "decidida determinación a repararla".


En nuestra casa desde luego a La Nuri, mi sufrida, nunca le ha hecho falta sacar un abanico rojo, y eso que le encantan. Con decir “cariño, tenemos que hablar” se convoca hasta al notario. Quizás es porque las vascas siempre han ido marcando con una mano la pauta a seguir y con la otra la zona de salida por si te tienes que ir…

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED

miércoles, 31 de diciembre de 2014

BAJO EL INFLUJO DE BACO

Una cosa es que cada uno cuente la feria según le va, y otra que esta mañana sobre las ocho y media, me encuentre en el portal a Josetxo, el del quinto, con una sonrisa de lado a lado, y tras darle los buenos días le pregunto el por qué de esa sonrisa, y tras decirme que hacía un frío impresionante, me dice que por eso mismo, esta noche todas las bebidas estarán bien frías y entrarán mejor.
Al pobre Josetxo, no le hacen falta excusas precisamente para beber, porque aunque es de Donosti, desde que le conozco lleva impreso en la cara, con venas mercadas y coloretes,  el mapa de La Rioja.
Josetxo no es de los que se echó a la bebida por la pérdida de un amor, en todo caso lo perdió por ver doble, y elegir el que solo era un producto de Baco.
Y es que la vida está llena de decisiones, de momentos en el que tienes que elegir, y a partir de ese día la vida te lleva hacia un lado u otro.
Eso debieron de pensar los más de diez mil médicos, se ha sabido hoy, que en los últimos tiempos se nos han ido al extranjero, con preferencia al Reino Unido y Francia.
Pensando todavía en Josetxo, probablemente ese mismo tiempo gélido que enfría las bebidas, hace mucho tiempo que conquistó nuestra economía y nuestros sueños, y el que quiere tener alguna posibilidad de ver un futuro sin tantos nubarrones, coge las maletas y se va. Porque la elección es fácil: a cualquier sitio.
En esta noche, de bebidas frías y corazón caliente, ya no sirve hacerse propósitos para el nuevo año, en todo caso serían propósitos de enmienda a la totalidad, que ya todo se nos pega, porque a un gobierno que nos ha tomado el pelo, y al que a los nuevos emigrantes ahora llama jóvenes españoles con derecho a ejercer la movilidad exterior, en realidad le pasa como a Josetxo, el del quinto, que vive en una realidad paralela, o bajo el influjo de Baco.
Por eso, esta noche, tras las doce uvas, el brindis tiene que ser para nosotros mismos, y para coger más fuerza, pero nunca para olvidar. ¡Solo faltaba!
Y recordad, que incluso los peores tiempos sirven para muchas cosas, lo mismo que para enfriar botellas de buenos caldos, para mantenernos despiertos de las triquiñuelas del diablo, al que últimamente  le gusta mucho disfrazarse de traje azul y corbata roja. Y no es por apuntar, que también.
¡Feliz Año Nuevo! Y que por lo menos no nos tapen la boca; no, no para protestar, sino simplemente para poder respirar.
Un abrazo a todos.

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED

martes, 15 de octubre de 2013

LAS PERAS Y SU MOVILIDAD EXTERIOR

Esta mañana, a primera hora, he bajado a mi frutería de guardia, de esas tiendas que se abren ahora, en plan boutique, y que con el look de modernas que tienen, ya sabes que es probable que te apuñalen a la hora de pagar, y que te tengas que hacer responsable de la obra entera al comprarte dos manzanas.
La tienda se supone que es una franquicia, y se llama algo así como “Viva el trópico”, y está decorada no con colores chillones, sino con colores que te insultan a la vista, pero que se supone que es lo que sugiere el concepto de “trópico”, al menos para el decorador.
Este vecino estaba hablando con la cajera sobre sí el melón que acababa de escoger era mejor pagarlo a plazos o hacerse solo responsable del pago en metálico de la mitad, cuando de pronto, ignorando la cola, una mujer con cara de que se le estaba incendiando la casa, ha preguntado si la pera que tenía en la mano, y cogida al parecer del interior de la tienda, era igual que las que estaban en un expositor fuera de la misma tienda.
Intentando quitar tensión a la escena, y que por un momento la interrogadora se olvidara del incendio, este vecino, ante el gesto afirmativo de la dependienta, ha confirmado que la pera era igual pero con más mundo, por aquello de estar en contacto con el palpitar de la sociedad.
En realidad lo que ocurre con las peras del exterior de la tienda, es lo mismo que está pasando con miles de jóvenes que sufren, según nuestro gobierno, de “movilidad exterior” y se tienen que busca la vida, las peras, en otros países. Es probable que lo pasen igual de mal, o peor, allí, por aquello de añadir morriña al “montón” de sus problemas, pero al menos aprenderán a quejarse e insultar en varios idiomas. Lo cual nunca está mal. Así, cuando vuelvan, le podrán informar de su experiencia al Rojoy de turno con diferentes versiones, dependiendo del número de idiomas aprendidos durante su peregrinaje personal, con la esperanza de que por fin entiendan, de que un parado aquí, o en el extranjero, sigue siendo un parado. ¡Vamos! Como las peras de “Viva el trópico”, que dentro o fuera siguen siendo peras, quizás con más mundo, pero peras al fin.
Y es que, con las tiendas boutique se paga un ojo de la cara, pero parece que hasta los pensamientos son más elevados, ya que con lo que te cobran te acuerdas de la dependienta, y de sus diferentes ancestros.

*FOTO: DE LA RED.