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miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿OBSERVADOR O VOYEUR?

Esto de la aldea global significa  que, si a alguien al ir a cerrar la puerta, se le escapa de las manos, y sin querer se cierra con estruendo, el portazo se oye en todo el orbe.
Hoy todo el mundo se hace eco de lo que va a ocurrir mañana en Escocia, pero no es que estemos preocupados por el escocés, ni tan siquiera por el británico, sino que todo el mundo está o intentando aplicar “eso” en España, o que no se aplique.
Incluso en los mismos periódicos vascos se cuela de rondón, y en un discretísimo segundo plano, que el gobierno vasco ha mandado “observadores” a Escocia para inspeccionar el Referéndum en el que se va a saber si Escocia se independiza de Gran Bretaña o no. 
No solo eso, por de pronto de Euskadi han ido “observadores”, aparte del ya mencionado Gobierno Vasco, de Bildu y del Euzkadi Buru Batzar (PNV). O sea, que Euskadi está muy bien representada.
Ya sé de antemano que, y especialmente desde el País Vasco, opinar sobre ésto es meterse en un jardín, además lleno de cactus, pero a este vecino del mundo, y más teniendo presente  esta época en la que el dinero público, ante su escasez, se reparte con cuentagotas, irse hasta Escocia para ver in situ cómo otro país toma la decisión de independizarse o no, le parece que es malgastar el dinero; ese mismo dinero  que para otras cosas siempre se dice “que no tenemos”.  
Además, a este vecino le recuerda aquellos tiempos cuando era niño y sin una “perra gorda”, literalmente y nunca mejor dicho, en el bolsillo, que se pasaba horas enteras delante de la única pastelería del pueblo, observando aquellos canutillos, que como diría un andaluz, con su gracia habitual, “quitaban el sentío”, pero que en mi caso era un verdadero acto de masoquismo cuando todavía no sabía lo que era el masoquismo.
A este vecino le parece que ir a ver “eso”, y consecuentemente con los gastos que se van a originar, no procede, aunque nos digan que no nos tenemos que preocupar porque son fondos que provienen de tal o cual cuenta, porque en realidad es como ir al cine a ver solo el final de una película, de la que nos hemos perdido casi todo. 
En este caso,  lo verdaderamente importante es el proceso que ha llevado a ese desenlace, a esa votación, y no la votación en sí, y que en España estando las cosas como están, y con la Constitución que hay, al menos por ahora, no nos podemos encontrar ese escenario.
Y es que algunas veces tras la figura del “observador” se puede esconder el “voyeur”, que es el que siente placer con lo que está viendo, y a este vecino, le parece que es lo que está ocurriendo.
Y aunque el voyeur lleve “txapela” o “barretina”, seguirá siendo un voyeur, cosa que este vecino, no se va a hacer el estrecho, faltaría más, pero cada uno sabe que ese tipo de cosas se deberían de solventar con el dinero de uno mismo, porque siempre hay una gran diferencia entre los deseos privados y las realidades públicas.
Y, según parece, no hemos aprendido de nuestros errores. Cada uno ha confundido, durante lustros, las necesidades públicas con los deseos privados, y se han hecho, durante la época de las vacas gordasel museo que siempre he deseado”, o "que el ave pare delante de mi casa", o "construir el aeropuerto que, siempre al imaginarlo, me producía una erección", aunque luego no vaya nadie al museo, o ya no viva en la casa donde para el ave, o no aterricen aviones en ese aeropuerto soñado, sin contar con que ya pasó el tiempo de las erecciones.
Y la realidad nuestra es que tenemos un país inacabado y a falta de fondos, o, como se quiera, muchas autonomías hechas unos zorros, y en lugar de barrerlas y adecentarlas, e intentar aminorar gastos sin reducir ni calidad ni cantidad, estamos mirando el piso ajeno escocés, para coger ideas de un plano que no es el nuestro, y que por ahora, al menos, no casa con el nuestro. 
Ni hemos aprendido, ni queremos aprender.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 28 de noviembre de 2013

CARNE GRUESA

Este vecino siempre ha sido bastante observador, no del tipo de acordarse de cómo una persona determinada va vestida, pero sí de adquirir un sentimiento de cada evento que va viviendo y luego de analizar el tema. Y últimamente, negocios que habían proliferado como signo inequívoco de la crisis, como si fueran buitres en busca de comida, han comenzado ahora a desaparecer, con lo cual se puede  afirmar que los malos momentos han acabado hasta con la carroña.
Dos negocios de compra-venta de oro que se encontraban muy cerca de casa en Donosti, ya han sido desmontados, como dando a entender que aquel que tenía un diente o una muela de oro, ya se ha deshecho de él, y que el terreno está más yermo que una parcelita en el Sahara.
Y es que hay que darle al magín para poder sobrevivir. De hecho acabo de leer que el gobierno se lo está pensando, y quizás cambie las cuchillas-alambradas, o concertinas, de la frontera de Melilla, por “drones” que anden sobrevolando la zona.
Aprovechando que el Urumea pasa por Donosti (siempre hay que darle un toque euskaldún a cualquier tema, por aquello de que quizás caiga alguna subvención), este vecino del mundo va a intentar hacerse con un metro de concertina porque debe de ser genial para su aplicación culinaria. Tienen que salir una hamburguesas, con carne gruesa, geniales. Porque por mucho que intenten los políticos de turno que comulguemos (ya se sabe que son católicos y practicantes de los de toda la vida) con ruedas de molino, las concertinas (un nombre, por cierto, bastante cruel teniendo en cuenta su fin último) tienen que destrozar todo lo que tocan, por mucho que los miembros del gobierno den a entender que pueden ser tan útiles como las agujas en la acupuntura.
A este vecino del mundo, puestos a imaginar,  no le extrañaría que cualquier día de éstos, nos enteremos de que el Señor Wert ha sido nombrado Concertina mayor del reino, porque nadie mejor que él ha intentado destrozar la cultura en este país.

*FOTO: DE LA RED