De todas las maneras, y ésto ya es opinión muy personal de este vecino del mundo, parte del comercio, digamos que en lo referente a restauración, se resiste a pensar como en época de crisis, lo cual es muy difícil, pues ninguno de nosotros, en edad de trabajar, hemos vivido una crisis escrita con números rojos.
Paseas por las calles de Donosti, por ejemplo, y puedes encontrar presuntos “chollos” de menús a ocho euros, pero luego te das cuenta de que lo que te ofrecen no es un menú completo de dos platos y postre, sino que en un alarde de juego psicológico, y de tomadura de pelo encubierta, lo que te están presentando es un plato y postre. El presunto chollo convertido en el timo del “tocomocho”.
Eso me recuerda, hace muchos años ya, en unas vacaciones en la Playa del Inglés, en Gran Canaria, en la misma playa había una galería de chiringuitos y tiendas. En muchas de estas tiendas vendían lo que se denomina en ingles, T-shirt, la típica camiseta con un dibujo o frase más o menos ingeniosa, y que una vez puesta, nos permite hacer el ridículo luciendo nuestro ombligo y tripa cervecera.
Todas las tiendas hacían descuentos al comprar dos camisetas en lugar de una, y si por ejemplo por una te pedían 50 pesetas, por las dos 95.
Sin embargo, en una tienda observé que en su cartel había una variación, y si una camiseta costaba 50 pesetas, las dos costaban 100.
Este vecino del mundo no es que fuera muy inocente, porque eso es como la muerte o estás muerto o no, entonces confieso que era inocente, y preocupándome por un negocio, que ni me iba ni me venía, le dije a la dependienta, que resultó ser la propietaria, que había un error en el cartel.
Mirándome con ojos de asombrada, sería por verificar que todavía quedaba algún inocente, me dijo que ya lo sabía.
Me fui totalmente confundido, y tras largas conversaciones conmigo mismo, me dí cuenta de que aquello era una buena lección para comprender, que muchas “ofertas” o “chollos” solo tienen de eso el nombre, y que mucha gente sigue picando. Aunque este vecino del mundo está seguro que ya quedan muy pocos, y quizás en este caso están más del lado de los que venden, que de los que compran. Porque como dirían en mi pueblo, y para eso son muy sabios, nadie vende duros a cuatro pesetas.
*DIBUJO: DE LA RED