A pesar de los años y de las nuevas tendencias, este país sigue siendo un país de pandereta, porque damos el cante a la más pequeña posibilidad que tenemos.
Es una pena que Berlanga pasara a ¿mejor? vida, porque sucesos como el del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago darían para una serie de películas repartiendo estopa tanto para el estado como para la iglesia, incluso dando una vuelta de tuerca más, se podía unir en una gran superproducción con la “sal gorda” de Santiago Segura, y meter por medio a un Torrente que no iba a dejar títere con cabeza.
Sinceramente uno es un ferviente seguidor de la novela negra y del cine de suspense, y la historia del robo de este códice, o no la cuentan de cara a los medios de comunicación como es, cosa que en realidad es lógico, pero que a su vez lo que se cuenta es surrealista.
Un electricista campando a sus anchas por toda una catedral, cepillandose cepillos, porque para el millón y pico de euros que le han encontrado, creo que tuvo que empezar a robar a la iglesia antes de haber nacido, además de sufrir de estrés contando tanta calderilla. A no ser que los más pudientes y devotos de España se acercaran a Santiago un día sí, y el otro también, para dejar unos cuantos cheques, que en su caso serían difíciles de cobrar.
A pesar de las apariencias, la palabra codicia no viene de códice, ni tampoco parece que el códice sea el único documento que ha desaparecido estos años.
Lo más curioso y sangrante del caso es que mañana el Señor Rajoy va a hacer entrega, según declaraciones de su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, del citado códice a las autoridades religiosas compostelanas.
En plan sarcástico el chiste es fácil porque será de lo poco que el Señor Rajoy va a devolver últimamente, y es que teniendo en cuenta su tendencia política, siempre le tiene que interesar llevarse bien con la iglesia para irse preparando su parcelita en el más allá.
Este vecino del mundo está totalmente convencido de que a partir de ahora será muy poco de lo que nos vamos a enterar porque con la Iglesia hemos topado, y tenemos un ejemplo no muy lejano, ¿quién se acuerda ya de aquella gran cantidad de dinero que se sustrajo de un convento donde estaba una “monja pintora”?. Aquello presuntamente olía a dinero negro desde lejos, y...nunca más se supo.
Sin embargo, como este tipo de asuntos hay que tratarlos con una gran ironía, diremos que Dios que está en todas partes, de lo que estaba pasando con los “cepillos” de la catedral, ni se enteró, a no ser que él mismo colaborara para que de esa manera fuera repartido el dinero a más pobres, y de eso no nos hemos enterado.
*FOTO: DE LA RED