Desde pequeño me ha atraído el mundo de la magia, y el cómo se puede hacer creer al público todo tipo de situaciones que van en contra de la lógica, el romper un papel en mil pedazos, y que al intentar pegarlo dentro del puño del mago en cuestión, aparezca por ejemplo un billete de veinte euros. La verdad es que nunca he visto hacerlo con un billete de quinientos, puede ser que eso ya no sería magia sino milagro, o incluso una nueva manera de blanquear dinero.
Hablando de magia, con la que más disfruto es aquella en la que se utiliza grandes aparatos, bien sea para cortar o hacer desaparecer a su ayudante, y que con gran naturalidad te demuestran lo imposible.
Últimamente hay dos grandes prestidigitadores o ilusionistas en España, y aunque la gente piense que conoce todos sus trucos, en cuanto nos descuidemos un poco nos van a robar la cartera de la ley.
Por un lado, Iñaki Urdangarin que ya está preparando su defensa, y para ello necesita un cambio de imagen, mostrando, más que demostrando, cercanía. No podía ni seguir en Estados Unidos, ni seguir ganando lo que el público en general definiría como “pasta gansa”, para acentuar sus posibles problemas económicos, por eso no puede ir a vivir al palacete de Pedralbes, que además es una de las razones que hicieron sospechar de aquello de lo que presuntamente se le acusa.
Por otro lado, Jose María Ruiz-Mateos, del que ahora interesa mostrar ese presunto punto senil.
Cuando se quería cultivar su cara de empresario, y publicitarse para conseguir dinero para sus negocios, se mostraba como importante baza su familia, tan amplia, y aparentemente unida. Ahora, cuando presuntamente ha desaparecido una gran cantidad de dinero en negocios que no han ido tan bien como se esperaba, aparece él solo, acentuando quizás su decrepitud. No hay que olvidar que una de las reglas de oro de la magia es desviar la atención del espectador, mostrando quizás una mano mientras el truco se realiza con la otra.
Si el poeta definió una vez que la vida es teatro, en este momento no hay que olvidar que hay dos números de magia que se están ejecutando en este teatro de nuestra sociedad, y en el momento que nos descuidemos nos van a robar la cartera de la decencia, haciendonos comulgar con ruedas de molino.