Todo el mundo se está haciendo eco de las declaraciones del rey en el que ha pedido perdón por su conducta al irse de safari estando las cosas como están en España, y más teniendo en cuenta que él mismo pidió un esfuerzo a todos los españoles.
Desde el momento en que en España no es frecuente pedir perdón por algo entre las altas esferas, por lo menos es un buen comienzo, aunque lo más presumible es que será el principio y el final.
Ayer los informativos del mediodía y tarde abrieron con las siguientes declaraciones del rey:_Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir.
Teniendo en cuenta que alguno de los periodistas que se suelen considerar como fuente fidedigna de los avatares de la monarquía, siempre han definido como totalmente profesional el comportamiento de Don Juan Carlos como el de Doña Sofía en sus actuaciones como reyes, mirando de esa manera de soslayo a la futura reina, antes periodista, digamos que últimamente el camino “profesional” de ambos ha dejado bastante que desear, con fotos inadecuadas por parte de ella con un yerno bajo sospecha, y con un viaje por parte de él, que está lleno de gestos inapropiados, como maltrato de animales, invitación de amigos que presuntamente pudiera tener una apariencia de cohecho. Y todo ello en un momento en el que se nos pide a todos los españoles esfuerzo y trabajo.
No creo que se nos escapa a nadie el hecho de que al menos aparentemente tanto el rey como la reina están en una total disociación, pues no entra en ninguna cabeza la soledad del rey en las dos visitas al quirófano y que apenas ha sido comentada esta soledad.
Llegados al punto de la vida en que se encuentra Juan Carlos, pedir perdón le sale, al menos, bastante rentable, porque se puede decir aquello de que me quiten lo bailao, y ha tenido tiempo de bailar hasta los setenta y cuatro años, porque se puede creer que sea la última desaparición del rey pero difícil de creer si hubiera dicho que es la primera.
Juan Carlos I ha tenido mucho crédito acumulado, sobre todo por lo ocurrido aquella madrugada del 23 de Febrero de 1981, por eso es dificil que la ciudadanía le afee su conducta, pero en estos instantes quizás esté gastando ya parte del crédito de su hijo, para el cual todavía no ha comenzado el baile, pero que quizás debería de haber llegado ya su tiempo. Y es que cuanto más joven eres, más tiempo tienes para adecuar tus pasos al son que se interpreta en cada momento, y quizás ya los bailes que ahora suenan sean demasiado modernos para una persona con la cadera del prestigio rota.
* DIBUJO: DE LA RED