La canciller alemana Angela Merkel vuelve a la actualidad, si es que en algún momento ha dejado de estarlo, al querer que se unifique la edad de jubilación y las vacaciones en los distintos países de la Unión Europea, entre ellos España, en vista de las grandes diferencias que existen.
Si tuviera que definir a la Señora Merkel diría que físicamente me recuerda más a un ama de llaves de las películas de Hitchcock que a la cabeza visible de la diplomacia alemana. Tiene cara de dar siempre malas noticias, y no de sorprenderte con un “Saben aquel que diu....”.
Es nuestra Mary Poppins particular. Presta siempre a enseñarnos buenas costumbres y a reconducir nuestras vidas aunque nosotros no queramos, porque nosotros somos como los enfermos de alcoholismo que no reconocemos estarlo, y ese siempre será nuestro primer paso para intentar curarnos y arreglar nuestro saneamiento nacional.
Intenta darnos las medicinas, como dice la canción, con un poco de azúcar, para no amargarnos la existencia. El azúcar en este caso son los halagos que la Merkel vierte de vez en cuando, aludiendo a lo firme que el gobierno español se ha puesto para tomar medidas que a nadie agradaba tomar.
Creo que puede tener una cierta fijación con España, teniendo en cuenta la importancia que nos da en todos los problemas. Implicitamente nos está concediendo un primerísimo plano, y desgraciadamente España como tal desde hace muchísimo tiempo que ni pincha ni corta en la esfera europea.
Angela quiere modelar a los demás países de acuerdo con la imagen alemana, y al final logrará que todos tengamos esa cara de amargado que a priori se le presupone a un buen alemán.
Gran parte de la esencia española es la fiesta, ya lo decía aquel sabio que era Hemingway, aquel que se preguntaba por quién doblan las campanas, y que descubrió que sonaban por todos nosotros. Al intentar acortar los días de asueto puede acabar con la quinta esencia hispana. España sin fiestas ni siesta, ya no sería lo mismo, incluso se lograría que vinieran menos turistas, menos alemanes... Pensandolo bien quizás el plan secreto de la canciller alemana es estropear nuestra idiosincrasia e intentar asestarnos un gran golpe a la industria turística nacional, porque sin fiestas, ni siesta ni alegría, ¿para qué venir a España?
De todas maneras, no pierdo la esperanza de que cualquier día la Merkel se de cuenta de que también hay otras diferencias con respecto a países como España, y diga que aquí también se tienen que subir los sueldos a la altura de los sueldos alemanes. Aunque mucho me temo que ese día los políticos españoles dirán que la canciller alemana ha perdido la cabeza, y entonces ya no le harán ni puñetero caso.
Hay personas que tienen la rara facultad de que cada vez que hablan sube el precio del pan, y eso ocurre con Angela, que hace que suba el pan mientras toca las campanas a las que se refería Hemingway.
*FOTO: DE LA RED
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