lunes, 16 de mayo de 2011

UNA NOCHE SIN VIUDA FRANCESA


Este sábado pasado no ha sido un sábado cualquiera, ha tenido lugar el Festival de Eurovisión. Para los jóvenes de hoy en día, una rara avis que pertenece a la vida modo parque jurásico de sus padres. Quieras o no para nosotros ha significado mucho, unos días especiales, algo así como los Reyes Magos pero en música. 
Los dos, la Nuri y un servidor, parecíamos dos brazos de mar frente al televisor. Con nuestras mejores galas, y ella de peluquería (a mí como ya saben los amigos que me siguen con pasarme una bayeta por la calva ya me vale), nos dimos un buen homenaje mientras oíamos las canciones que iban a competir contra la nuestra, pues eso es lo que sentíamos, una verdadera confrontación contra el resto de Europa, donde no se hacen presos, pues sólo sirve ganar. 
La verdad es que en toda confrontación lo importante son las armas, y en ésta, lo principal era la canción, por lo cual lo teníamos difícil, pues el día que hicieron la música y la letra creo que sólo pensaban en hacer la canción del verano, y sólo han conseguido hacer una canción más del verano.
Mientras la Nuri y su marido, es decir ,el que os escribe, se ponían morados con todas las delicatessen desplegadas durante el ágape, yo ya le comenté a mi consorte, que me parece que esa noche no íbamos a poder catar a la Viuda de Clicquot que nos esperaba descansando su cuerpo serrano entre hielo, pues eso sería el broche de oro para una noche ganadora y en ese momento ya no lo parecía.
Tras el disfrute de todas las canciones, para nosotros el nivel fue mi alto, y llegando a un consenso, teníamos varias canciones favoritas, encabezadas por la canción representante de Italía, seguida por la del Reino Unido, y por la de Francia, aunque con ésta tuvimos la sensación de que el cantante no veía el momento de terminar, y eso quieras o no se transmite al que le oye. De todas maneras era una canción que con el tiempo seguro que puede ser del repertorio de Il Divo. 
Al final ganó Azerbayán, lo que sin duda valdrá al autor de la canción para hacer unos buenos dividendos sin duda, aunque como se decía antiguamente a mí la canción no me hizo tilín, y también servirá para que unos cuantos más ya sepan dónde está ese país. 
Con las votaciones pasó lo de siempre, que al final prácticamente todos votan a los vecinos, y que conste que ya no se puede ni protestar, pues sin la ayuda de Francia ni de Portugal, podíamos haber hecho el ridículo más absoluto. 
De Lucía Pérez sólo se puede decir que se batió el cobre en el escenario como una auténtica jabata. Por si me hubiera engañado la emotividad del momento, tras visionarlo otra vez, puedo decir, que no se le puede pedir más. 
Luchó cada décima de segundo por una victoria que con esa canción era imposible, pero hizo que el reflejo de la felicidad completa se instalara en su rostro durante el tiempo que duró la canción. Aquello corrió el riesgo de convertirse en un acto pornográfico, pues se puede decir que ella llegó al orgasmo, y que no se puede ser tan feliz mientras se canta una canción. Como han resumido hoy en la televisión, la representante española quedó en vigesimotercer lugar. Decir la tercera por la cola queda muy mal, y ella nunca se lo mereció, pero nosotros sí por haber elegido esa canción. Esperemos que esta vez hayamos aprendido la lección, hay que elegir una muy buena canción, de calidad, y no una canción pegadiza, porque sino así nos va a lucir el pelo otra vez.
Al final de la noche, y tras romper nuestra relación con la viuda francesa, la de Clicquot, que la dejamos donde estaba, en el hielo, mi Nuri y yo decidimos salir un poco y olvidar nuestras penas, que esa noche fueron muchas. Ella pidió un gin-tonic y yo un cubata con ron. Desgraciadamente fue lo mejor de la noche, ya que de las canciones no quedan ni su eco, y Azerbayán ya sólo es un país.

*FOTO: DE LA RED

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