Se supone que detrás de cada anuncio televisivo, un mensaje escrito en imágenes, hay un
grupo de personas que se dedican durante un tiempo a tener en cuenta los objetivos a cumplir, los famosos "targets" (simplemente "objetivos", pero al decirlo en inglés, por de pronto, te cobran más), y el producto a promocionar de la mejor manera posible.
Sin embargo, de vez
en cuando, aparece un anuncio que parece que se ha creado, exclusivamente, para ponerte de mala
leche, sacando lo peor de ti, y que pasas a odiarlo directamente, sin paños calientes, sin pasar por tu cerebro, pero llegando directamente a tus tripas.
Desde el punto de vista de este vecino del mundo,
últimamente hay un anuncio que se lleva la palma, y hasta el palmar. Y es ese de
los familiares, en gran cantidad (ya empezamos mal), que para terminar bien la
tarde tienen la idea de prepararse unas cuantas pizzas, sí, las de Tarradellas,
pero por decir eso, desgraciadamente no nos pagan.
Aunque no nos explican cómo se compone la familia, se
supone que hay varios matrimonios, de varios colores y gustos. Por lo que al
que me cae tan mal, casi como una bomba atómica en un ojo abierto para recibir solo
una lentilla, este vecino le conoce como el “cuñao”. Porque está claro que no
le queda más remedio que ser cuñado de alguien. El destino es muy
puñetero, pero algunas veces, como en este caso, está acertado. Y se pasa, el
cuñao, todo el anuncio diciendo que a él no le preparen pizza porque no le
apetece, pero cuando las están repartiendo, calentitas, y en su punto, él se apunta también,
diciendo aquello tan "sembrao", y que en realidad es como para darle, lo que mi
difunto padre denominaba “un soplamocos”: Si ya sabíais que iba a comerla.
Quizás la mayoría tenemos un poco del cuñado de
Tarradellas y nos pasamos hablando de que no queremos, que a nosotros no nos la dan con queso, ni la pizza ni nada, porque nosotros sí sabemos. Y al final, nos conformamos con lo que nos dan, y, por cierto, vaya que nos dan, y bien dados.
Si el cuñado de la pizza hubiera existido, seguro, seguro, que también se hubiera llevado "el marrón". Y hubiera sido el encargado de dar la rueda de prensa en lugar del Señor
Moragas (más perdido que un pulpo bailando latino, y más trágico que Nerón incendiando Roma), para dar a conocer la
versión “merengue” del himno del Partido Popular.
¡Es curioso! Como al resto de los partidos, a los populares, se les llena la boca de decir que han comprendido lo
que el electorado les quiso decir tras lo ocurrido en las elecciones del 20 de Diciembre. Y nos presentan: un merengue. ¿Una metáfora del pastel que nos han dejado en España? A eso, quizás, se le llama: "acertar, fallando".
*FOTO: DE LA RED
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