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martes, 7 de junio de 2016

MORAGAS Y EL CUÑAO, O EL PODER DE ACERTAR, FALLANDO



Se supone que detrás de cada anuncio televisivo, un mensaje escrito en imágenes, hay un grupo de personas que se dedican durante un tiempo a tener en cuenta los objetivos a cumplir, los famosos "targets" (simplemente "objetivos", pero al decirlo en inglés, por de pronto, te cobran más), y el producto a promocionar de la mejor manera posible. 


Sin embargo, de vez en cuando, aparece un anuncio que parece que se ha creado, exclusivamente, para ponerte de mala leche, sacando lo peor de ti, y que pasas a odiarlo directamente, sin paños calientes, sin pasar por tu cerebro, pero llegando directamente a tus tripas.


Desde el punto de vista de este vecino del mundo, últimamente hay un anuncio que se lleva la palma, y hasta el palmar. Y es ese de los familiares, en gran cantidad (ya empezamos mal), que para terminar bien la tarde tienen la idea de prepararse unas cuantas pizzas, sí, las de Tarradellas, pero por decir eso, desgraciadamente no nos pagan.


Aunque no nos explican cómo se compone la familia, se supone que hay varios matrimonios, de varios colores y gustos. Por lo que al que me cae tan mal, casi como una bomba atómica en un ojo abierto para recibir solo una lentilla, este vecino le conoce como el “cuñao”. Porque está claro que no le queda más remedio que ser cuñado de alguien. El destino es muy puñetero, pero algunas veces, como en este caso, está acertado. Y se pasa, el cuñao, todo el anuncio diciendo que a él no le preparen pizza porque no le apetece, pero cuando las están repartiendo, calentitas, y en su punto,  él se apunta también, diciendo aquello tan "sembrao", y que en realidad es como para darle, lo que mi difunto padre denominaba “un soplamocos”: Si ya sabíais que iba a comerla.


Quizás la mayoría tenemos un poco del cuñado de Tarradellas y nos pasamos hablando de que no queremos, que a nosotros no nos la dan con queso, ni la pizza ni nada, porque nosotros sí sabemos. Y al final, nos conformamos con lo que nos dan, y, por cierto, vaya que nos dan, y bien dados.


Si el cuñado de la pizza hubiera existido, seguro, seguro, que también se hubiera llevado "el marrón". Y hubiera sido el encargado de dar la rueda de prensa en lugar del Señor Moragas (más perdido que un pulpo bailando latino, y más trágico que Nerón incendiando Roma), para dar a conocer la versión “merengue” del himno del Partido Popular


¡Es curioso! Como al resto de los partidos, a los populares, se les llena la boca de decir que han comprendido lo que el electorado les quiso decir tras lo ocurrido en las elecciones del  20 de Diciembre. Y nos presentan: un merengue. ¿Una metáfora del pastel que nos han dejado en España?  A eso, quizás, se le llama: "acertar, fallando".


*FOTO: DE LA RED


domingo, 18 de enero de 2015

VENGANZA 3, LA NO-CRITICA

Ayer estuve viendo “Venganza 3”. Naturalmente que no voy a osar hacer una crítica de la citada película, porque se sabe lo que es, antes de entrar en la sala. No engaña, como los letreros de los váteres públicos. Si entras, ya sabes lo que vas a encontrar. Pero todos sabemos que hay un momento para todo. Por eso, precisamente, estas cintas deberían de estar subvencionadas por alguna ONG, algo así como “Odio sin fronteras”, porque quién no se levanta “mosqueado” estos días con tanta corrupción y caradura. Personalmente creo que si el mismo Papa Francisco se libraba de este mosqueo, ese viento filipino le ha tenido que descolocar, y no es un juego de palabras.
Continuando  con la película de la factoría de Besson, el ver esta cinta me trajo una palabra que no había usado hace mucho tiempo, y que me refresca imágenes de mi niñez. La referida expresión es: “soplamocos”. ¿A quién en su niñez no le amenazaron con uno, o varios? Además, es totalmente expresiva, y se te llena la boca como la mano lo haría en la nariz de alguien. Será, incluso, de las pocas palabras que viene con una gama de colores implícita: verde y rojo.
Los soplamocos del ya más que talludito Liam Neeson son una especie de relajante muscular en el alma. Reparte mamporros, y no nos engañemos, certificados de defunción a diestro y siniestro, pero como él es “el chico bueno de la película” no nos tenemos que avergonzar por ofrecerle nuestra simpatía y el deseo de que se viniera por nuestro suelo patrio a repartir un poco de justicia.
Estamos en un momento actual en el que hay muchos soplamocos pendientes, y toda esa energía se debe de canalizar por algún lado. Por eso este tipo de películas deberían de ser calificadas como “de bien social”.
A decir verdad, la película para que sea redonda, redonda a su manera, claro, le falta un cameo del "pequeño Nicolás", pero ya se sabe, la dicha nunca puede ser completa.
¿Os imagináis que una de estas películas acabara mal, que el protagonista lejos de repartir justicia, acabara bajo las garras del malo de turno? Creo que no habría sala de cine que pudiera ofrecer un segundo pase, por los destrozos causados por los espectadores de la gala de estreno y de despedida.
Tampoco me extrañaría que parte de ese dinero que pasta por las praderas suizas, se invirtiera en este tipo de películas, que son una especie de opio del resentido y mosqueado. ¡Vamos! Lo que viene a ser un currito de los de toda la vida.


 *FOTO: DE LA RED