En estos días en que todo se centra, a nivel nacional, en si por fin hay "fumata blanca" para conseguir un nuevo gobierno, ha pasado
de puntillas, y no se le ha dado la trascendencia que al menos este vecino del
mundo estima que tiene, especialmente para la mujer, una noticia que nos viene
desde Alemania.
Este pasado lunes el
ministro de Justicia alemán hizo saber que “Alemania promulgará una ley (ya se ha aprobado el proyecto de ley este mismo miércoles), que obliga a las mujeres a
confesar a su cónyuge, si éste refuta su paternidad, el nombre del padre
biológico de un hijo nacido de una relación extra-conyugal con la finalidad de
que éste (el padre biológico) contribuya a los gastos de manutención del niño”.
El texto del proyecto de ley
establece que la mujer tendrá la obligación, ante el falso padre, de revelar
con quién ha tenido relaciones sexuales en el tiempo en que pudo producirse la
concepción.
Y ahora viene para este
vecino del mundo, uno de los mejores/peores momentos de esta disparatada ley. Una vez que se
compruebe la identidad del verdadero padre, quien haya pagado la manutención
podría exigir que se le repongan los gastos, pero solo a partir del momento en
que tuvo dudas sobre su paternidad y empezó el proceso de impugnación.
Lo que vendría a ser, y este vecino ante tanta indignación se lo toma a broma, una especie de subvención a la cornamenta. Si yo fuera mujer alemana, que obviamente ni lo soy ni lo seré, inmediatamente pediría otra subvención para cuando el marido le sea infiel.
Siguiendo con esa ley, y siendo padre biológico, también se me ocurre que el falso padre
debería de devolver el equivalente monetario a los momentos felices que ha
pasado con esa criatura, para restituírlo, en cierta manera, al padre biológico,
por un cariño del que no ha podido disfrutar nunca.
La Ministra de
Familia, Manuela Schwesig, valorando el proyecto de su compañero de gobierno, Heiko
Maas, Ministro de Justicia, ha dicho
que, aunque es difícil reglamentar jurídicamente este tipo de asuntos
familiares, se debe poner fin a los vacíos jurídicos.
La primera sensación que
tiene este vecino del mundo, y si ésto, por decirlo de alguna manera, “se
consagra”, lo veremos en muchos países, es que ahora en Alemania
están intentando peinar al viento.
También me parece curioso
que en un país liderado por una mujer, Angela Merkel, a ésta, al menos no ha
trascendido, sus ojos no se le hayan vuelto chiribitas.
Cada vez lo comprende menos
este vecino del mundo. En una sociedad actual, que se supone más abierta y
mejor formada que nunca, se permiten cosas atroces, como ésta. Y, ¡ojo!, tan
atroz es ésto, como que en otros lugares no se permita bañarse en las playas (las piscinas al ser
privadas pueden ser objeto de normas) a la gente vestida como quiera, sea por
su propia comodidad como por sus creencias, a pesar de que luego en esos mismos
países de procedencia, no se ejerza la misma libertad que se pide cuando ellos
son extranjeros.
Refiriéndome otra vez a las
palabras de la Ministra de Familia aduciendo que se intenta llenar un vacío jurídico,
habría que advertirla que a lo mejor no es un vacío jurídico, y sí un agujero
negro, y una vez entrados en él desaparecemos todos.
Se empieza por tener que
decir con quién te acuestas, y se termina obligando a desvelar todo tipo de pensamientos
de cada segundo del día. En todo caso lo justo sería
que él confesara también con quién se acostaba, si lo hacía, porque
a lo mejor la mujer se sentía, por ejemplo, desatendida, puestos a suponer.
Y lo triste de todo ésto, es que en realidad se le da primacía a lo crematístico frente a los sentimientos,
tanto pasados como presentes.
Por esa regla de tres que se nos presenta en esa futura ley,
también una mujer podría pedir, como ya sugerido anteriormente, una compensación cuando le pilla a su marido
con otra, y si hasta ahora ha sido un matrimonio tradicional, llevando ella los quehaceres del hogar, que se traduzca en
dinero todos los trabajos que ella ha
realizado en casa, y él no.
Esa futura ley supondrá, en cierta manera, obligar, entre otras cosas, a declarar los más íntimos deseos. Y lo íntimo, al
menos este vecino así piensa, debe de seguir quedando para uno mismo, no destrozado
por miradas ajenas, y mucho menos traducido a unas meras monedas.
Por cierto, ¿alguien se ha puesto a pensar en Alemania, las repercusiones que esas confesiones exigidas mediante ley, pueden tener en la seguridad de la chivata de sí misma? Puede ser como echarle gasolina al fuego del maltrato conyugal.
Si Alemania va a la cabeza
de Europa, como parece que así se considera, y poco a poco les vamos siguiendo
todos en “usos y costumbres”, a lo mejor, y si lo miramos desde la distancia, que es como mejor se ve cualquier asunto, vamos a ser corderos que seguimos al macho alfa, que en este momento está dando
un paso al frente, y ante él solo hay un vacío en el acantilado de la necedad.
Quizás, y ésto sí que debe de llevar a la reflexión, lo que algunos países lo pueden hacer por la religión, otros lo van a hacer, simple y llanamente, por el euro.
*FOTO: DE LA RED
Los hombres tenemos derecho a la paternidad (a tener hijos de nuestros genes), uds. no tienen ese problema (nunca tendrán dudas sobre sus hijos). Respecto a esta ley, no estoy de acuerdo con ella: viola el derecho de no incriminarse un@ mism@, con una prueba de paternidad que se haga por ley al recién nacido sería suficiente para evitarse estas situaciones. Buenas noches. René Amigón García.
ResponderEliminarPor lo que me dice entiendo que usted cree que soy mujer; por el momento al menos, nunca se sabe, no lo soy, por lo que según usted, le debo de entender mejor.
EliminarSi yo fuera mujer, y establecen por ley que se debe de hacer la prueba de paternidad por cada hijo, me negaría a tenerlos.
¿Dónde está la confianza?
Eso sí, René, respeto todas las opiniones.