Este año, el verano no se
caracteriza, que también, por poder realizar con éxito, ese jeroglífico playero de
pasar de la arena repleta de fardos con bañador al líquido elemento, ni hacer
cola durante más de media hora en un restaurante cercano al paseo marítimo para
cenar algo de tercera división que lo único que tendrá de espléndido será el
sablazo final, y la única vez en el día en que te van a llamar “caballero” o “señora”.
Este verano tenemos esa serpiente veraniega llamada Donald
Trump disfrazado, metafóricamente hablando, de Godzilla paseando por las calles
estadounidenses (para los amantes de la pintura, nos da mucho más miedo
realista, verlo como al Saturno del Goya más delirante) y, ya se sabe, el poder
de sus pisadas hace retumbar y cambiar el paisaje por el que pasa, dejando
libres a fascistas blancos de cualquier pelaje a los que ya les ha dado tiempo,
desde las elecciones, a desempolvar sus viejas creencias, y a creer en cierta
manera que tienen carta blanca, no confundir con “casa blanca”, aunque algunas
veces pareciera.
Se ha puesto, el Señor
Trump, a disparar a todo el que se mueva, y por ahora se mueve y mucho ese Kim
Jong-un de Corea del Norte. Y los dos se han puesto a proclamar, como lo haría
cualquier macho alfa, que la tienen más grande, se supone que su bomba, y
especialmente esa estupidez lunática, o desde nuestro punto de vista, saturnal.
Mención aparte tiene esa
acción del Señor Trump, amenazando con lanzar sus tanques, se supone que vía
aérea, para no invadir países limítrofes, a su versión venezolana pero en Maduro.
A este vecino del mundo, sinceramente le parece que cada vez que el mandatario
venezolano pronuncia “Trum”, suena a patada en los bajos al orgullo de ricachón todopoderoso del Señor Donald.
Entre unos y otros, no diría
que “indocumentados”, pero sí de cortas miras, no es que nos dejen la casa sin
barrer, sino, mucho más peligroso, las vidas de muchos entre escombros.
Es lo que tiene votar a “Friquis”,
aunque el norcoreano se “votara” sólo. Ahora vamos aprendiendo, aunque se veía
venir, que los friquis evolucionan, mutan, como ciertos personajes en los
videojuegos, y desgraciadamente a peor.
Al menos, intentando ver
algo positivo para no estropearnos del todo este veranito, Donald Trump, no es
ni español, ni mucho menos valenciano, y no está acostumbrado a las tracas para terminar
una “fiesta” como se merece. Porque él, y eso es lo más peligroso, tiene la
posibilidad, en forma de arsenal, de celebrar
“la traca de las tracas”, o según sus propias palabras “una
furia y un fuego que el mundo jamás ha visto”.
Al final, este vecino del
mundo se queda con ese “Saturno” de
Goya, porque siempre valdrá más una pesadilla con arte incluido, aunque incluso, nos pueda causar la muerte, que un vulgar lunático
engreído, con muchos recursos eso sí, que también nos pueda matar cuando menos de vergüenza y humillación.
*CUADRO: "SATURNO", DE GOYA.
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