Lo de ayer, o mejor dicho, lo de estos días en el Partido
Popular ha sido más un ejercicio aclaratorio de cómo está de salud el grupo
político que nos ha “guiado” durante los últimos años que de práctica
democrática.
Personalmente, y
tal como han ido las cosas, que de en teoría más de ochocientos mil afiliados
solo voten menos de setenta mil, uno tiene la sensación de que cuando menos está
en una especie de set de rodaje donde lo que contempla es un decorado de cartón
piedra hecho para aparentar, y que en seguida te guía a una pregunta: ¿De dónde
ha salido el dinero para tanto festejo promocional en época de comicios?
Porque si los afiliados, la gran mayoría no tenían al día
sus cuentas, para dispendios no debería de estar el partido por
mucho que se reciba dinero en cada época electoral.
Está claro que a España le han venido bien los nuevos
partidos con, en teoría, aires nuevos. Aunque luego esos partidos nuevos, hagan
lo que vulgarmente se definiría como “hacerse la picha un lío", y a las primeras
de cambio, muestren tendencia de que la cabra siempre tirará al monte, y
no hay más que ver el espectáculo lamentable de un Podemos intentando
pergeñar una televisión estatal mirando definitivamente a la izquierda, en
lugar de dejar que gire a todos lados como una rosa de los vientos
informativos.
A España, como decíamos, le ha venido bien los nuevos
aires, aunque quizás el Partido Popular haya podido coger una pulmonía, y un
partido que estaba echo para ser guiado a dedo, ahora ha tenido que hacer unas
primarias, por no decir de “chichinabo”, diríamos en un lenguaje blanco, unas
primarias al estilo de la Señorita Pepis. Intentando hacernos creer que el ayer
queda en la tierra de Nunca Jamás, o junto a donde están las llaves de la
canción infantil. Pero por mucho que los tres principales candidatos, este
vecino también incluye a Cospedal, sean jóvenes, tienen sus raíces del pasado
más fuerte que la base donde estaba clavada la espada del que luego sería el
Rey Arturo.
La regeneración de un partido no está en quitar las
arrugas epiteliales, sino en adquirir hábitos nuevos, quizás por aquello de que
el hábito hace al monje. Pero, según este vecino del mundo, mientras se siga ligando un partido a los
auténticos colores de un país y a los vigilantes de la patria, mal andamos.
Porque está claro que seguirán confundiendo el país con un cortijo.
Os habréis fijado que este post está plagado de
comparaciones con historias infantiles. No es por mera casualidad. Es que este
vecino está convencido de que nos han intentado colar un cuento, y no se podía
responder de otra manera.
Una última reflexión, si los que se acaban de caer del
gobierno, tienen el partido como tienen, cómo debe de estar este país detrás de
lo que se ve, que seguro que también es de cartón piedra. ¡Miedo me da!
*FOTO: DE LA RED (RODAJE DE "DOCTOR ZHIVAGO")
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