Hoy es un buen día, para decir eso de “¡Con la iglesia
hemos topado!", sin que nadie, además, tenga derecho a rasgarse las vestiduras.
En una época en la que, en el fondo este vecino del mundo
(siempre será un inocente, tanto que en tiempos de Herodes no hubiera salido
vivo), ya tenía asumido que La Iglesia estaba en cambios, y que había abierto
las puertas para que nuevos vientos quitaran esos posos de lectura vieja de
costumbres ancestrales gracias al nuevo Papa, Francisco; hoy, como si de una simple
fábrica se tratara, nos han puesto una normativa de usos y costumbres con
respecto a las cenizas de nuestros difuntos. Es decir, pareciera que aquellos vientos del cambio se han focalizado en las cenizas, y el desbarajuste, naturalmente, puede ser inmenso...
La Iglesia católica, desde hoy mismo, prohíbe esparcir
las cenizas de los difuntos ("polvo somos", pero parece que siempre "juntito") y también que sean conservadas en casa, según un nuevo
documento aprobado por el Papa Francisco, hecho público en las últimas horas. Ante las nuevas prácticas, tanto de sepultura como de cremación que parece ser están
consideradas "en desacuerdo con la fe de la Iglesia", la Congregación
para la Doctrina de la Fe redacta un nuevo
documento bajo el nombre de “Instrucción Ad resurgendum cum Christo” enmendando
el anterior de 1963.
En el citado documento se explica que aunque la Iglesia
sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, acepta la cremación pero prohíbe
esparcir las cenizas, es más, incluso podría negar el funeral en el caso de que
así se decida. "Para evitar cualquier malentendido
panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las
cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la
conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o
en otros artículos", se aclara en el documento. Además, se
prohíbe la "división de las cenizas entre los diferentes núcleos
familiares".
Este vecino del mundo ni es entendido en materia religiosa ni, por supuesto, teólogo, pero lo que
si tiene es sentido del humor, y lo primero que le viene a la cabeza es eso de
que “Dios está en todas partes”, y pareciera que de esa manera se impidiera
que el pastor se mezclara con sus ovejas, aunque sea vía cenizas, con un cierto tufo a clasismo más o menos escondido.
Al escuchar la noticia por la televisión, se aludía al término
“enterrar en sagrado” y eso en su significado metafórico tiene ecos de racismo y
de sectario, ante unos hechos, por otra parte siempre objetos de púlpito como
medio de expansión de la palabra, que nos hablan de un Señor partidario de todo
de tipo de compañías, no precisamente políticamente correctas, y reacio, por
otra parte, a convertir su templo en un mercado. Lo del mismo Vaticano, y otros
templos, sin ir más lejos españoles, donde visitarlos a ciertas horas del día
se carga para el turista con un recargo, o una dádiva en su versión "vaselina". La Iglesia vive en una continua
contradicción.
Lo que supone de apertura, recordar lo
ocurrido estos últimos días convirtiendo la otrora residencia de verano de
Castel Gandolfo en un museo que se pueda visitar, pero dando, como siempre, una
de cal y otra de arena, poniendo un precio de 20 Euros, con lo cual no pueden
entrar los creyentes, sino los pudientes. Y que no le vengan a este vecino del
mundo, con que es una manera de sacar para el mantenimiento del mismo, porque
para eso se dice, en todo caso, que se dé la voluntad, si la hay.
Respecto a las preferencias que parece tiene La Iglesia
en que se siga enterrando en lugar de utilizar la cremación, tengo un familiar
siempre malpensado pero que muchas veces acierta, que diría eso de pareciera que
gran parte de los terrenos de los cementerios pertenecieran a La Iglesia, y se
les fuera el negocio...
Si nuestro espíritu trasciende, debiera ser la misma “rampa
de lanzamiento”, por decirlo de una manera, ser enterrado que incinerado, o ¿es que dependiendo del “envoltorio”
nuestro espíritu llega mejor o peor, como si fuera una empresa de transportes
espiritual?
Lo malo de hacerse preguntas sobre la fe y sus anexos es
que La Iglesia nunca se ha andado, y voy a utilizar una palabra muy conectada
con el catolicismo, especialmente con “el cepillo”, con “chiquitas”, ya que la
autoridad competente enseguida pasa de no opinar a excomulgar.
Lo dicho, ¡Con
la Iglesia hemos topado!. Aunque, y ya para terminar, algunas veces en la
Iglesia ocurre como con los muñecos de José Luis Moreno, que en lugar de hablar El Señor, hablan otros, y como mínimo,
nos confunden.
*FOTO: DE LA RED