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domingo, 26 de enero de 2020

LA NIÑA DE OJOS COLOR MAR


Acaba de terminar la ceremonia de entrega de los Goya 2020. Antes de nada decir que ni voy a hacer una recopilación de los premios, ni comentar si estoy de acuerdo con ellos, entre otras cosas porque no he visto todas las películas en competición. 
Tampoco tenía previsto hacer un post sobre el tema hoy. Lo que ocurre es que este vecino del mundo es mucho de estómago, de tripas. Y mis tripas me fuerzan a hablar antes, incluso, de ir a dormir.

Hace un rato he puesto un tweet con el que se puede resumir entre otras cosas el sentimiento que me invade:
#Goya2020 La belleza siempre me ha hecho llorar, y ahora estoy llorando a mares. El homenaje a Marisol con esa canción en la voz de Amaia Romero es impagable.

Hoy la Academia del Cine ha galardonado a Marisol, a Pepa Flores como ella quiere que le llamen, con el premio de honor de los Goya 2020. Se sabía que lo iban a recoger sus hijas y que Amaia Romero iba a cantar. 
En su momento, estando en la Academia de O.T., y conectados en directo casi todo el día,  Amaia siempre decía que ella cantaba por Marisol, porque de pequeña se sabía todas sus canciones y quería hacer lo mismo que ella.

Lo que ocurre es que la mayoría de la gente no se esperaba esa elección de canción, sino más bien al estilo "Estando contigo me siento feliz". Nos ha cambiado el chip que tenemos de una Marisol con canciones alegres y pegadizas, por una canción, que claramente además su título era el homenaje, "Canción de Marisol", que curiosamente, en cambio, muy pocos  la relacionarían, aunque se hizo por y para ella, y que nos habla de una niña que por las noches al mirar a una estrella se acuerda de un viejo capitán que ya no volverá… y lo más bonito, y comienzo de la canción, "tiene los ojos azules de tanto mirar al mar".

El año pasado en la misma gala nos sorprendió una Rosalía (https://www.youtube.com/watch?v=32d1bq-kG5c) cantando a capella acompañada de un coro. 
Esta vez, Amaia, prácticamente en penumbra, como aquella,y acompañada solo por una guitarra, ha dejado con un nudo en la garganta a las propias hijas de la cantante malagueña, y este vecino del mundo añadiría que a todo el que estaba viendo la retransmisión en directo, y ama la belleza hecha arte. O dicho de otro modo, Rosalía decidió el año pasado "Me quedo contigo", y Amaia también.

Este vecino del mundo estaba convencido de que Marisol, en la más pura tradición “Greta Garbo” no iba a recoger el premio por aquello de “genio y figura hasta la sepultura”, y que sus razones siguen siendo las mismas que en su momento la alejaron de una profesión que le trajo malos recuerdos de su utilización como niña prodigio.

Siempre he sido simpatizante de Amaia Romero, pero me gustaría que esta especie de homenaje a la niña de ojos color mar, no se convirtiera en una bola de nieve cada vez más grande que sepultara sus, en principio, buenas intenciones, con sus seguidores volviéndose locos con otra “amayitis” salida de madre. 

Las carreras largas y bien asentadas se hacen poco a poco, y no "perreando" unos días y otros saliendo en las portadas con el novio, o novia, de turno.

*FOTO: DE LA RED


viernes, 6 de abril de 2018

LA SEMANA DEL TELÓN


Si una noticia detrás de otra se puede considerar como “cortina de humo” de la anterior, esta semana no sé si se puede considerar como la “semana del telón”, pero tanto a la Reina Leticia y sus dimes y diretes con su suegra, y a Cristina Cifuentes que no termina de poner orden en sus papeles “escolares”, les ha podido venir bien este nuevo giro de guion, como las series televisivas, en lo ocurrido con Puigdemont y la justicia en Alemania, para que les dejen un poco tranquilas.

Al parecer, y este vecino se entera mediante un diario digital  “La justicia alemana deja en libertad bajo fianza a Puigdemont mientras estudia la entrega a España y descarta el delito de rebelión”.

Y no sé por qué, llámenme malpensado, pero me he acordado de aquel día, aciago día, ya lo he contado hace mucho en estas mismas páginas, en el que por dos veces perdí, en la misma jornada, un autobús en el que estaba el primero en la cola. Y como iba con mi hija, de tres o cuatro años, y mi madre, que ya era una señora por entonces más cercana a los ochenta que a los setenta, y grupos de alemanes, no diré que maleducados porque ni nos miraron a la cara, decidieron  que no nos veían, debe ser porque todos nos sacaban de 20 centímetros para arriba y nos ignoraron.

Era en Tenerife, en San Bartolomé de Tirajana, más concretamente en Playa del Inglés. Allí aprendí que los alemanes, no sé si son muy suyos, o si te descuidas todo les pertenece, o una combinación de ambas cosas. También aprendí, y hablo de los años noventa, que aunque se las daban de ricos, en realidad ellos pagaban por tres semanas de vacaciones, lo que nosotros lo hacíamos por dos.

Alguien dirá,  que seguro que yo no estaba bien informado, o que ahora no está bien informada la justicia española, pero seguro que si en iguales circunstancias esos problemas los tuviera ahora el gobierno alemán, los gerifaltes germanos ya habrían conseguido doblegar la opinión de nuestro gobierno.

En momentos así, me acuerdo de esa gran obra nuestra que es Don Quijote, y le veo más vivo que nunca, esta vez campando por bosques alemanes, más refugiándose en la cerveza que buscando a Dulcinea

No hay manera de hacernos respetar, aunque conviene no olvidar todavía que no hay una decisión final tomada en esa nueva aventura de "Puigdemont ahora en Alemania", y que siempre puede caer un nuevo telón a modo de otra cortina de humo; pero miedo me dá, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad.

*FOTO: DE LA RED