Si ya los del PP en su momento nos enseñaron que lo que
hacía la juventud yéndose de España no era “emigración” sino movilidad
exterior, con el tiempo hemos ido aprendiendo también, que ya no existe la
mentira sino la posverdad.
Si estos últimos tiempos, y siguiendo con las clases del español en
nuestros días, hemos aprendido que ya exiliarse no es huir a otro país porque en
el tuyo te pueden hacer pupita, y como requisito indispensable, existía la antigua
estampa de irse con una mano delante y la otra detrás.
Ahora no, estos días hemos aprendido que estar en el exilio, al menos por lo
que se desprende de las últimas andanzas de Puigdemont, es alquilarse un
casoplón por unos 4.400 euros mensuales, de alrededor de 550 metros cuadrados, seis habitaciones, tres cuartos
de baño, cocina, garaje con capacidad para cuatro vehículos, una amplia terraza
y que da a un más que generoso jardín.
En un principio me ha parecido excesivo pero, bien
pensado, qué queréis que os diga, si todos los catalanes en problemas y fuera
de Cataluña tienen derecho a pernoctar allí, al final se va a hacer hasta
pequeño.
Porque se supone que Puigdemont está luchando por todos los catalanes,
¿verdad? Además, y por lo que se comenta, lleva al financiador consigo a todas
partes. A lo mejor, si le sale bien todo al exiliado, hasta tiene un pequeño
detalle, llámenme loco, con su promotor, porque al menos en mi mundo si ya
hasta se cobra por el perejil, de lo de atar los perros con longaniza ni
hablamos.
Y de un guion que se escribe, que lo escriben, cada día
con más zigzags que una película de Hitchcock, hoy vamos a pasar, y con razón, a
los guiones profesionales y a todo ese mundillo en la Gala de los Goya que tendrá
lugar dentro de unas horas, y en el que los ganadores agradecen hasta a la
comadrona que estaba de turno el día en que nacieron. Y es que en el fondo en
España, digan lo que digan, somos un país de agradecidos.
Por lo que se dice, hoy se van a ver bastantes abanicos rojos,
ya que la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) va a
repartir durante la trigésimo segunda gala de los Premios Goya abanicos con el
lema #MASMUJERES, como denuncia a "una
situación de desequilibrio" y para anunciar su "decidida
determinación a repararla".
En nuestra casa desde luego a La Nuri, mi sufrida, nunca le ha
hecho falta sacar un abanico rojo, y eso que le encantan. Con
decir “cariño, tenemos que hablar” se convoca hasta al notario. Quizás es porque
las vascas siempre han ido marcando con una mano la pauta a seguir y con la otra la zona
de salida por si te tienes que ir…
*ILUSTRACIÓN: DE LA RED