No sé vosotros, pero personalmente hay momentos en los que
tengo sensación de estar agachado en una trinchera, y que si me levanto más de
lo necesario, me puede alcanzar un virus lanzado por un tirador de élite.
Y no nos engañemos, ésto va para largo. A lo mejor, o para
ser precisos, a lo peor, acabamos todos tan zumbados como el célebre personaje, Rambo, de Vietnam, con la sensación de haber sufrido lesiones de una guerra, que verla al menos por
ahora, no la ha visto nadie.
Por eso, ayer, al llamarme un amigo con mucha urgencia, ya
habían pasado las nueve de la noche y decirme que pusiera en ese mismo momento “La
Cuatro”, agradecí ese giro de guion.
El programa era “First dates” y en ese mismo momento estaba
en pantalla una señora de rojo, de Vitoria concretamente, que se supone estaba
esperando a conocer a la persona que le iba a presentar el programa, por si podían hacer buenas migas… Mi
amigo por el teléfono me dice, espera a ver quién es él, por si te suena... A los
diez segundos aparece él. Tuve esa inequívoca sensación de estar en un tiovivo
y que todo gira a tu alrededor.
Quien estaba en pantalla era, Janfri, el portero de mi casa.
Tiene sesenta años, divorciado, y no llevará más de tres años en ese trabajo.
Por lo que está demostrando que si algo es, a estas edades, es un superviviente. Además, es ese tipo de personas que lleva escrito en su cara el“buena gente”.
Ahora, con lo del coronavirus, y por una serie de razones, no me ha pillado ahí, pero
cuando vuelva iré como un colegial a pedirle un autógrafo, y a vacilarle un
poco, aunque al final me vacilará él a mí, seguro además.
Está demostrando tener una buena mano izquierda en su
trabajo, porque hay mas de cien viviendas que dependen de su gestión, y a poco
que nos pongamos todos, pero no a la vez, espero, un poco picajosos, hay que
darnos de comer aparte.
Nunca hubiera considerado un programa como “First dates”
algo parecido a una ONG, pero en estos días de retiro más bien forzado,
cualquier cosa que te saque de lo habitual y prácticamente único, es de
agradecer. Y ayer, verle a Janfri convertido por unos instantes en candidato al
amor me sirvió para escaparme del confinamiento, como en su tiempo lo hizo el célebre
Henri Charrière, “Papillon”, con las autoridades francesas.
Por cierto, y ya para terminar, la cita a Janfri le salió bien, y habrá una próxima. Sigue saliendo el sol más allá del confinamiento.
*FOTO: DE LA RED