Más de una vez he pensado
que siento al revés de los mortales.
Normalmente, mientras eres joven, tienes
ganas de viajar, sin embargo a este vecino del mundo, ahora ya más cercano a los sesenta que a los
cincuenta, le están entrando muchas ganas de pegarse una vuelta por el extranjero, y no volver durante cinco
o seis años.
Creo que si me mirara la
lengua en un espejo la tendría blanca, y mi madre me diría eso que me decía de
pequeño: -Es que estás empachado de comer porquerías.
Ahora las porquerías este
vecino del mundo no las come sino las ve
y las sufre. Como diría un argentino contundente:-Estoy hasta el orto.
Hasta el orto de un positivismo
fingido y que se acabará el día después de las elecciones. ¿Se acabó la crisis?
Pues hay mucha gente muy mal informada, y que, quizás por eso, todavía se las está pasando
canutas.
Hasta el orto de los que se
quieren separar de España, de los que quieren amarrar a los que se quieren ir,
de los que tienen que hacer algo y solo dan signos de impotencia, y para acabar
de cerrar el círculo, de los que en lugar de Viva dicen Arriba.
Estoy hasta el orto de que
un simple campeonato de motos, por muy brillante e importante que sea, acabe,
casi, en una guerra entre dos países mediante el método de “calumnia, que algo
queda”. Empezar defendiendo a tu ídolo, cosa que es normal, y que éste,
despechado entre los despechados, eche gasolina al fuego con sus declaraciones,
y al final veamos todo tipo de feos comportamientos, incluyendo ciertos medios de comunicación italianos, para
acabar con las sospechas de que alguien es gay. ¿Ser gay es malo? Porque al
menos el que lo sea, en el fondo, busca amor, y si lo encuentra, será
feliz. Mientras, otros, en la sombra,
siempre en la sombra, seguirán lamiéndose las heridas e incendiando al que se
deje con el odio de sus palabras. Y el odio siempre es malo, y sordo, sobretodo
sordo.
Estoy hasta el orto de los
que confunden el amor con el odio, las caricias con las palizas, el dos con el
uno, y solo utilizan el “yo” en lugar de “nosotros”. Estoy harto de esos que
quieren que la vida, el amor, y la muerte, siempre sea a su manera. Se creen
enamorados y solo son unos cobardes asesinos. Para cuándo un cambio de sus
prioridades y primero se suicidan ellos.
Lo dicho, estoy hasta el
mismísimo orto.
Dedicado al argentino contundente.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED