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jueves, 14 de abril de 2016

DÍAS DE EMPACHO Y DEPRESIÓN



Este vecino del mundo lleva unos días, por no decir semanas, que se siente como empachado, o deprimido, que vaya usted a saber. 


Empachado por noticias, por poses, declaraciones y opiniones, de todo lo que ve, y en muchos casos tiene la sensación de que le muestran para que vea.


Será casualidad, pero llega la época de hacer la declaración de la renta, esa que hasta hace poco nos decían, y nos lo habíamos creído que “Hacienda somos todos” y parece que todo ha quedado en que “se decía que Hacienda éramos todos, pero que SÓLO era un lema publicitario”, y se empieza a repartir mamporros “honoris causa” a mucha gente que, semanas antes, pareciera por su comportamiento más cerca de salvar la patria que de explotarla, y ahora, de pronto, tienen problemillas con el fisco, o tienen sus cuentas hechas un cisco, que uno ya no sabe qué decir.


Ahora, hasta el mismísimo Don José María Aznar, por parecer tan recto y estricto este vecino tenía asumido hasta que no pasaba por el lavabo por ser prácticamente perfecto, parece que tiene algún problemilla con sus declaraciones, y no precisamente de amor, sino a esa Hacienda de ese país en el que ha sido santo y seña, y que ha querido tanto, y estaba convencido de que en contrapartida él también lo era.

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Y este vecino del mundo junto con esos síntomas de empacho y hastío de todo, cree no comprobar, pero sí intuir, hasta que maravillas de ese opio o circo del pueblo que resulta que es el fútbol, al ponerles otra vez, o correr el riesgo de oler de nuevo ese banquillo de cara al fisco, parece que se les olvida el cómo jugar a ese deporte rey en el que ellos lo son, al menos eso dicen y así se les paga, y llevan dos o tres semanas, en el que se les ha debido de olvidar cómo se juega, o lo que deben de hacer cuando salen al campo, o a esa “cancha” que tanto dinero les ha dado.


Por eso, quizás, ante tanto empacho de noticias, sensaciones, opiniones que vienen y van, es mejor echarse un par de libros al coleto, o al monte, o a la bartola, si está se deja, y oxigenarse un poco bastante.  Y darse un margen para vivir, y dejar vivir, que nos lo merecemos. 


Seguro que durante unos días, el mundo sabrá vivir sin salvapatrias, ni vida de santos ejemplares actuales. Nuestro hígado, al menos, seguro que nos lo agradecerá.

*FOTO: DE LA RED



jueves, 12 de noviembre de 2015

AL ARGENTINO CONTUNDENTE.


Más de una vez he pensado que siento al revés de los mortales. 

Normalmente, mientras eres joven, tienes ganas de viajar, sin embargo a este vecino del mundo, ahora ya más cercano a los sesenta que a los cincuenta, le están entrando muchas ganas de pegarse una vuelta  por el extranjero, y no volver durante cinco o seis años.

Creo que si me mirara la lengua en un espejo la tendría blanca, y mi madre me diría eso que me decía de pequeño: -Es que estás empachado de comer porquerías.

Ahora las porquerías este vecino del mundo no las  come sino las ve y las sufre. Como diría un argentino contundente:-Estoy hasta el orto.

Hasta el orto de un positivismo fingido y que se acabará el día después de las elecciones. ¿Se acabó la crisis? Pues hay mucha gente muy mal informada, y que, quizás por eso, todavía se las está pasando canutas.

Hasta el orto de los que se quieren separar de España, de los que quieren amarrar a los que se quieren ir, de los que tienen que hacer algo y solo dan signos de impotencia, y para acabar de cerrar el círculo, de los que en lugar de Viva dicen Arriba.

Estoy hasta el orto de que un simple campeonato de motos, por muy brillante e importante que sea, acabe, casi, en una guerra entre dos países mediante el método de “calumnia, que algo queda”. Empezar defendiendo a tu ídolo, cosa que es normal, y que éste, despechado entre los despechados, eche gasolina al fuego con sus declaraciones, y al final veamos todo tipo de feos comportamientos, incluyendo  ciertos medios de comunicación italianos, para acabar con las sospechas de que alguien es gay. ¿Ser gay es malo? Porque al menos el que lo sea, en el fondo, busca amor, y si lo encuentra, será feliz.  Mientras, otros, en la sombra, siempre en la sombra, seguirán lamiéndose las heridas e incendiando al que se deje con el odio de sus palabras. Y el odio siempre es malo, y sordo, sobretodo sordo.

Estoy hasta el orto de los que confunden el amor con el odio, las caricias con las palizas, el dos con el uno, y solo utilizan el “yo” en lugar de “nosotros”. Estoy harto de esos que quieren que la vida, el amor, y la muerte, siempre sea a su manera. Se creen enamorados y solo son unos cobardes asesinos. Para cuándo un cambio de sus prioridades y primero se suicidan ellos.

Lo dicho, estoy hasta el mismísimo orto.

                                                       
                                 Dedicado al argentino contundente.

*FOTO: DE LA RED