Hace un rato, mientras desayunaba, estaba escuchando una de esas tertulias radiofónicas, que al final de lo único que están hablando es de quién la tiene más grande. Me refiero naturalmente a su experiencia, porque todos hablan desde ella, y desde ella también quieren arreglar el mundo. Y digo yo, si a Dios que está en todas partes le costó seis días, ellos que solo están en una emisora les debe de costar lo mismo pero en siglos.
Volviendo al programa radiofónico en cuestión, en él he oído en boca del presentador, una palabra que me ha recordado a mi padre, porque la utilizaba mucho, él y la gente de su generación. La palabra en cuestión, que normalmente se utiliza en plural, es pamplinas. De sus varias acepciones la que utilizaba mi padre era para: Dicho o cosa de poca entidad, fundamento o utilidad. O también para Manifestación poco sincera que pretende halagar a alguien o congraciarse con él.
En los años veinte, además, se conocía al actor Buster Keaton como Pamplinas, siendo experto en recrear para la pantalla espectaculares caídas, trompazos de todo tipo, y la utilización de tartas como arma arrojadiza, y sobre todo por no hablar ni sonreír.
En estos días en que gente de todo pelaje intenta llevar el ascua a su sardina, mientras te dicen con "cara de palo" y sin parpadear, como Mr. Keaton, que quitar el derecho de huelga es lo mejor que nos puede pasar, conviene darle al boton del “stop” de todo tipo de mandos a distancia que tengamos, y digamos: Pamplinas. Porque da la sensación de que todos nos quieren aplicar el timo del tocomocho, y vendernos una moto, que ni sabemos montar ni queremos.
Hoy tenía previsto hablar de la primavera, que ya ha comenzado, pero no sé si será por el polen de la flor que tienen muchos políticos, no digo dónde, o por lo que me excitan la mayoría de ellos, asexualmente hablando, que vamos a dejarnos de pamplinas, y de reconocer que está época es tan complicada, que con lo bien que hemos vivido, y bebido hasta ahora, este vecino del mundo cree que no estamos preparados ni para protestar como se merecen, por el tiempo y el dinero que han malgastado hasta ahora, y que encima tienen el rostro de decir que la culpa es nuestra por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Y es que hablando de posibilidades, ellos siempre han tenido más oportunidades de “afanar” que la gente de a pie, que de un bolígrafo o de un "cedé" no ha podido pasar. ¡Pamplinas!
*FOTO: DE LA RED