Un amigo me contaba ayer que había recibido en su ordenador una circular informándole de una “kedada” para un próximo fin de semana de antiguos trabajadores de su empresa. El plan era comer un bocata y luego una ronda de “tragos”.
Ambos comentamos que atrás ha quedado una época de grandes cenas con juerga posterior en la que se compartían momentos de alegría para “adormilar” momentos de posibles roces en el trabajo.
La gente en general quiere seguir haciendo su vida social pero cerrando el grifo del gasto lo más posible, más que nada porque el futuro ha pasado de ser incierto a negativo.
Este vecino del mundo no está muy de acuerdo en esta manía de ahora de
“tunear” palabras ya existentes, como la palabra “kedada”, aunque quizás en este caso viene bien para diferenciarla de “quedada”.
Esta segunda palabra, en una de sus acepciones se está empleando mucho últimamente en este país.
Este gobierno actual ha estado practicando la quedada con nosotros, en su acepción de “engaño, burla”, todo este fin de semana, intentando vendernos la idea de que nos ha tocado la lotería con la ayuda de miles de millones que nos van a “prestar” desde Europa, y que nosotros los de a pie, ni vamos a oler, pero eso sí, pagaremos las consecuencias en forma de intereses.
Además, lo más importante es que dentro del mismo gobierno no se observa una postura coral, al menos a los medios de comunicación, ahora vamos a pedir ayuda, ahora no.
Por otro lado tiene presuntos “síntomas” de una gran quedada las declaraciones del presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, intentando “meter con baselina” unos posibles gastos de trabajo en largos fines de semana en Puerto Banús.
Lo triste de este caso, que este vecino del mundo está convencido que con el paso del tiempo se aclarará aunque muchos no quieran, porque la justicia es más que ellos, es que de primeras la mayoría del citado consejo cierra filas en torno al citado Presidente, y en vez de afearle la mala conducta, si la hubiera habido, lo hacen con el miembro del consejo que había planteado el problema. Y es que en España viene siendo suficiente que la mujer del cesar parezca que es honesta, lo de serlo, ya es harina de otro costal.
*FOTO: DE LA RED