Estoy cabreado. No me gusta emitir juicios en caliente porque puede que mis opiniones no sean objetivas, pero no quiero que se me pase el cabreo para relatar visceralmente lo ocurrido.
Hoy me he despertado a las siete de la mañana porque tenía que trasladarme de Donosti a Bilbao por razones familiares. Aunque tenía previsto coger el autobús de Pesa a las nueve y media de la mañana, quería andar tranquilo, saboreando el momento.
Llego a las nueve y diecisiete a la taquilla del autobús, el detalle de la hora es importante por lo que ahora voy a comentar. Una mujer acababa de coger el billete y no había nadie más. Pido un billete y me dice muy amablemente la señorita encargada que se acababa de llenar el autobús y que no había otro hasta las diez y media.
Tengo entendido de que si diez minutos antes de la hora de salida, se han terminado los billetes y sigue habiendo gente queriendo viajar tienen que poner otro autobús. Ésto no le he dicho a la de la taquilla porque encima no quería dar la imagen de “cornudo y apaleado”, y que además era consciente de ello, porque sabía que me iba a desmentir esa norma.
He cogido el billete para las diez y media mientras respiraba hondo intentando que mi ritmo cardiaco volviera a la normalidad. Por cierto, a partir del lunes que viene subirán los precios aunque no creo que mejore el servicio. Era temprano para enfadarse.
Como tenía una larga hora por delante me he ido al bar que hace esquina entre la estación de autobuses y el Paseo de Bizkaia para tomar algo, y mientras leer el periódico, para que nadie diga que no estoy informado. Cuando he entrado había una persona en el mostrador y muy poca clientela, pero a los pocos minutos se ha llenado con varios grupos de gente que iban a coger algún autobús.
Durante los más de cuarenta minutos que he estado en el bar, solo ha habido un camarero, que a medida que ha ido pasando el tiempo se ha ido alterando y faltando a la clientela. Aparte de que no es agradable contemplar a un camarero con la apariencia de que en cualquier momento va a explotar por todo el aire que está exhalando.
Por cierto, como en muchos bares ahora, no se ceñían ellos a tus peticiones, sino que eras tú quien tenía que pedir de acuerdo a lo que había ya preparado en la barra.
A la hora de pagar, el camarero estaba en una esquina de la barra y yo en la otra. Me ha dicho de malas maneras que fuera donde él para pagar, y yo le he contestado suavemente pero con firmeza que era él quien tenía que estar interesado en cobrar, y que yo en cinco minutos me tenía que ir.
Con cara de estar pensando en mis ancestros, en el mismo momento ha venido a cobrarme depositando a mi lado los cambios, aunque se le adivinaba la intención de arrojarlos a mi cara.
Al salir del bar, me he ido a fijar en su nombre para ponerlo en este blog, pero...curioso, el bar no tiene nombre, por lo que es más difícil identificarlo, aunque por otra parte... le puedes llamar de todo, y no te equivocas.
Todo ésto es en realidad un resumen de la España actual: recortes en todo, menos en los precios, que siguen creciendo, y gran escasez en educación y derechos para el cliente.
*FOTO: DE LA RED
Hola Patxi,
ResponderEliminar!Pues vaya forma de comenzar el día ¡
Desde luego es la mar de desagradable toparse con personas de cara al público que están "amargados" en su trabajo.
Bueno puede ser que lo de hoy fuera puntual ¿ Quién sabe ?
Él se lo pierde, con lo agradable que es "agradar " al personal :-))
Espero que el resto del día haya ido mejor.
Saludos.
PD: He trabajado cara al público muuuuchos años.
Con respecto al del bar, estoy convencido de que eso no era un día determinado, sino más de lo mismo, y el de la barra está quemado porque cobra poco y trabaja mucho y solo, pero no le dice nada al jefe, y jode al personal. Real como la vida misma.
ResponderEliminarSiento en este caso no poder ser políticamente correcto