En
el mundo de la ciencia ficción, el modo en el que te puedes
trasladar de un tiempo a otro, de un mundo a otro, es muy variado.
Sin embargo, en la vida diaria existen los recuerdos, y esos no
perdonan.
No
importa ni dónde estés, ni lo que hagas, pero quizás una frase que
te recuerde a alguien, te arrastra a un mundo ya vivido, pero ahora
repleto de sugerencias poéticas, porque antes fue realidad y ahora
es el recuerdo mantenido por los sentimientos.
Normalmente
en la vida de un niño, versión finales de los cincuenta, la
relación mantenida con su padre y con su madre, es la que luego
vería reflejada en el cine de los setenta, y definida como “poli
bueno y poli malo”, donde el malo, y que se le entienda bien a este
vecino, era el padre, porque es el que te obligaba a hacer todo lo
que no querías, como ir al cole, o más bien, tu madre amenazaba con
contarselo.
Muchos
años después, nos daríamos cuenta de que en realidad la que
cortaba el bacalao en casa, era la madre, pero hacía creer lo
contrario a todos.
Mi
padre a su manera, era un hombre bueno, que funcionaba con frases
hechas que las hacía suyas.
Una
de sus frases preferidas era “ir al cine de las sábanas blancas”.
Este vecino nunca se iba a la cama, se iba a ese cine imaginario
todas las noches. Mi padre ya de mayor se preguntaba cómo a su hijo
le podía gustar tanto ir al cine...
Otra
de sus frases, y la de mucha gente de la época, era la de “tienes
más cuento que Calleja”. En mi mundo, la gente no ponía excusas,
tenía mucho cuento. Lo bueno fue, cuando este vecino ya se estaba
haciendo mayorcito, y le preguntó quién era Calleja, y sin
parpadear me dijo que Calleja tenía una editorial en la que
imprimió muchos cuentos para niños. En el momento me lo creí a
pies juntillas, porque para los niños un padre es una especie de
notario de su realidad. Aquello que dice va a misa y sin hacer falta
póliza.
Con
el tiempo pude comprobar que su realidad era la de todos, porque era
verdad.
Sin
embargo, una de las perlas del vocabulario de mi padre, era “yasban”,
escrito como salía de su boca. En las verbenas, a los grupos de la
época, integrados normalmente por acordeón, saxofón, batería y un
clarinete (algunas veces había guitarra, otras no), mi padre los
llamaba yasban. Y con el tiempo llamaba así a todos los grupos de los sesenta, setenta...
Un
buen día y ya no recuerdo cómo, me di cuenta, que en realidad lo
que mi padre estaba pronunciando desde su manual, tanto de
vocabulario como de buenas costumbres, eran las palabras inglesas
“jazz band”. ¡Vamos! Como en el chiste, sin saberlo hablaba
inglés, pasado por el tamiz del euskera que era su primera lengua.
Ese día, con el descubrimiento, sentí mucho más de lo que debió
de sentir Colón al descubrir América, porque él nunca se dio
cuenta de su descubrimiento, y sin embargo para mí, emergió la
figura de un hombre principalmente bueno. Y en este caso, "principalmente" viene de príncipe.
*FOTO: DE LA RED