Esta
mañana he tenido que llamar a un teléfono de la administración
para coger cita y poder presentar unos papeles.
Ya
tenía preparadas las preguntas justas que me interesaba hacer cuando
la realidad me ha cambiado todos los planes.
Llamo
y automáticamente me contesta una voz electrónica, y por arte de
magia el que iba a preguntar, este vecino, es preguntado con voz
tajante, y en cada proposición siempre se me daban tres
supuestos, de los que ninguno coincidía con mi planteamiento.
Lo
primero que te preguntan es todos tus datos, incluido el D.N.I., y
luego tras unas cuantas interrogaciones más, te dan un día y una
hora. ¡Casualidad! Con la cantidad de preguntas previas que te
hacen, al que ha diseñado el citado cuestionario, no se le ha
ocurrido plantearse el pequeño detalle de preguntarse si el día, y
la hora que te dan para que vayas, te viene bien a ti.
La
máquina tras darle la cita a este vecino, se ha despedido con un
tono neutro que parecía decirle: -si te viene bien, pues vienes,
y sino...ya sabemos tus datos, y luego ya hablaremos.
Con
la cantidad de gente que está en el paro, y sin embargo cada día se
ponen más máquinas que automáticamente hacen algo, y bajo la
denominación “para facilitar el trabajo”, lo único que
facilitan es que el jefe se ahorre cada mes una pasta gansa en
nóminas de gente que se va a la calle.
Lo
que podríamos denominar “el negocio de las voces”, empezó
dando las gracias por el tabaco comprado en los bares, y ahora como
ya no se puede fumar dentro de esos recintos, y consiguientemente se
venderá menos tabaco en ellos, parece que las mismas voces están
buscando trabajo en otros sitios, y abriendo nuevos mercados para
ellos.
Lo
que verdaderamente me humilla últimamente es esas llamadas
telefónicas que recibes, que además tienen el arte de hacerlas
cuando realmente estás en algo importante, generalmente en el
servicio, y tras coger el teléfono compruebas que es de una empresa
de telefonía diciendo que esperes que quieren hacerte alguna oferta.
Lástima
que ninguna de esas llamadas tenga la opción para poder insultarlas.
La Nuri, mi sufrida, para eso ya ha encontrado una solución, y lo
que hace es gentilmente ponerles la radio para que al menos estén
informados, y no descartamos la posibilidad de que el mismo locutor
les pueda atender.
El
día que se consigan máquinas que ellas mismas diseñen y construyan
todo tipo de artilugios, solo serviremos como clientes en potencia.
Con una sola pega, que como ya no trabajaremos, no tendremos ni un
euro para gastar. Y quizás entonces el empresario se de cuenta de
que “sus voces” en ese asunto, en el de comprar, no le podrán
ayudar, y solo podrá recibir de ellas buenas palabras.
*FOTO: DE LA RED
Antes hablábamos con la pared, luego con el perro y ahora con máquinas. ¿Acabaremos hablando solos o nos quedará escribir un blog?
ResponderEliminarCeci Lia
CECI LIA
ResponderEliminarHace tiempo que yo opté por la opción del blog y lo que uno se ahorra en medicamentos y psicólogos.