Ante
el gran cambio que se está dando en la sociedad española en los
últimos años con los cambios en la política de empleo, recortes, y
demás, alguien en la sombra quizás, ha pensado, seguramente como
parte interesada, que no era conveniente que todos los palos los
recibieran los de un lado, los de siempre, y ha empezado a mover esa
alfombra donde presuntamente se guardan las miserias de todos los
partidos políticos, y ahora vienen los nervios.
Si
los del partido todavía en el gobierno, y de derechas de antes que
se inventara la derecha, están recibiendo de su propia medicina, los
socialistas también están recibiendo lo suyo de manos
precisamente de sus delfines, de sus juventudes, encabezadas por una
Beatriz Talegón que no pudo aprovechar mejor su turno en la reunión
de la Internacional Socialista que ha tenido lugar estos días en
Portugal, recordando que no se puede dar ejemplo a una sociedad
cabreada desde un hotel de cinco estrellas. Tras terminar su turno, a
alguna de las viejas cabezas del socialismo en general, y del español
en particular, le tendrían que cambiar la pila del marcapasos, para
que no pasara quizás a peor vida, que vaya usted a saber...
Para
algunas personas que hacen el caldo gordo a la derecha española,
quizás vieron en la presunta fragilidad de Beatriz Talegón una
ocasión única para darles a los socialistas, e intentar acabar con
esa emergente luz que quizás algún día pudiera guiar a la perdida
clase política española.
Alfonso
Rojo, últimamente al menos adalid de la derecha española, y
tristemente para él todavía más conocido por ser ex-marido de Ana
Rosa Quintana que líder de opinión, quiso dar un severo correctivo
a Beatriz Talegón primero desde Periodista digital, y luego desde su
puesto de contertulio en el programa de Ana Rosa, presentándola como
una persona que no había dado un palo al agua, viviendo de la sopa
boba.
Se
veía que la Señorita Talegón le tenía ganas, y en unos tres
minutos dijo tal cantidad de trabajos, primero que había conseguido
por méritos propios y luego desarrollado durante un tiempo, que fue
una especie de avalancha que sepultó el presunto orgullo de una
persona que ya al nacer recibió el escarmiento del destino, dándole
un apellido, “Rojo”, más que impropio, desafortunado, para una
persona de su orientación política.
Algunas
veces uno recibe el castigo incluso antes de haber pecado, como en un
minority
report
a la española.
*VIDEOS: DE LA RED
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