La
experiencia nos recuerda un día sí y el otro también, que para
salir a la calle, en la misma rutina diaria, hace falta hacer
calentamiento como si fueras un atleta de alta competición, para que
cuando menos te lo esperas tengas que utilizar la cintura, como un
boxeador profesional, intentando evitar los golpes que te lanza el
contrario, muchas veces disfrazado, sobre todo ahora que estamos en
plenos carnavales, de vecino feliz.
Esta
mañana he sentido ese instinto, que luego siempre falla pero al que
hay que hacer caso, de que me iba a tocar el gordo de la primitiva,
si jugaba claro, y a eso he entrado en mi administración de
cabecera, que como el médico para la salud, la utilizo cuando
estoy flojo de ilusiones.
Estaba
atendiendo la mismísima administradora titular, por decirlo de
alguna manera, una mujer rondando los cuarenta, que desde mi punto de
vista, claro, es muy joven. Delante mío, y como primeros de la fila,
estaba un matrimonio bastante mayorcito, y el señor, que es quien
llevaba los boletos, con algún problema que otro para moverse.
La
administradora, por lo que les decía les debía conocer muy bien, y
lo primero que ha dicho es que al señor le encantaba oír la radio,
por lo que automáticamente ya he simpatizado con él, y lo segundo,
que en realidad no tenía nada que ver con lo anterior, es “tu
estás forrado”, y el señor demostrando que ya había salido a
la calle con el calentamiento mencionado anteriormente, le ha
respondido “sí, forrado de años”.
La
verdad es que decir eso siempre está mal, pero que se lo diga
precisamente alguien que en realidad comercia con los sueños de los
demás, y que en esta época de crisis, está demostrado que de lo
único que no se apea el sufrido currito es de llamar a la suerte,
está doblemente mal.
La
misma administradora, por la cara que ha puesto, al recibir la
respuesta sobre los años, se ha dado cuenta de que se ha pasado,
pero eso ya era tarde. Muchas veces, especialmente cuando desempeñas
un cargo de cara al público, es mejor no ser demasiado “simpático”,
especialmente si conoces a la gente, o crees conocer, que vaya usted
a saber.
Lo
mismo que alguien no te comenta su cuenta corriente, tampoco te
informa de los gastos o de sus problemas, que muchas veces van
unidos, y hablar de eso, en público, aparte de que es de mala
educación, es hablar de oído, y siempre se corre el riesgo de
desafinar como ha sido el momento que nos ocupa.
Algunas
veces intentar ser simpático, se confunde con meter el dedo en el
ojo.
*FOTO: DE LA RED
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