viernes, 15 de febrero de 2013

HOMBRE O QUIJOTE


Hace unas dos noches este vecino del mundo estaba haciendo zapping , cuando de pronto en la cadena alegre se topó con un reality, que acaba de comenzar en su décimo cuarta edición, y que visto lo visto al final siempre gana el que por uno u otro motivo a la cadena en cuestión le interesa en ese momento.
En el instante en el que el vecino había conectado, un habitante de la casa tenía que decidir entre dos chicas que querían quedarse como concursante, y él eligió a una de ellas. Minutos después, y ya en el mismo estudio donde se encuentra la presentadora, la que se había quedado en aspirante a concursante, se quejó de que lo que más le había dolido era que la otra chica le había dicho al concursante que tenía que decidir, que ella era española y la otra no. En ese momento, y visto que la chica no elegida estaba con lágrimas en los ojos se produjo un aplauso unánime de simpatía con la aspirante a concursante, que aunque llevaba muchos años en España, y hablaba con acento andaluz, era de un país del este de Europa.
Tras plantear ésto, estamos con el problema de siempre, lo que es políticamente correcto, o lo que al cabo de los años y de ver cómo está el percal, te pide el cuerpo.
Si la escena descrita hubiera ocurrido en la pérfida Albión, no hubiera habido ningún planteamiento moral.  Al grito de “we are british” hubiera quedado el asunto zanjado.
Si el asunto ocurre en Donosti, se nombrarían dos comisiones, una a favor de la joven llorosa, y otra en contra, y los concursantes, aislados en la casa, morirían de viejos, mientras se seguía pensando en el tema. Y tras décadas y décadas, se decidiría que como ya no había dinero para continuar con el concurso, se suspendía éste hasta mejor ocasión, osea hasta nunca.
Hace ya muchos siglos, que un tal Cervantes definió a los habitantes de su país como quijotes, y seguimos siéndolo porque no nos dejamos guiar por las entrañas sino por el qué dirán.
En la pérfida Albión siguen teniendo su moneda, se conduce al contrario que los demás, y se continúa con la caza del zorro. Y no se fijan en pequeños detalles de cómo les miran los demás habitantes de Europa, porque entre otras cosas tienen la habilidad suficiente para seguir cortando gran parte del bacalao político, aunque alguna niña que otra en cualquier momento llore por incomprensión.

*FOTO: DE LA RED

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