Se
supone que la publicidad en la actualidad está bastante bien
regulada como para que ofrezca una imagen no tan diferenciada de
lo que es en realidad.
Sin
embargo, ayer, tenía encendida la televisión como si fuera un amigo
invisible, es decir, el microondas de imágenes me servía de banda
sonora mientras estaba haciendo otra cosa, y al pasar estaba Doña
Concha, la Velasco de toda la vida, ofreciendo Tornasec, que más que
para pérdidas leves, parecía luz blanca para cocinas de primera.
Algunos
anuncios ofrecen imágenes tan bellas que te hacen sentir frustrado
si por azares de la vida, o simplemente por tu morfología, no puedes
usar el citado producto.
Volviendo
al anuncio mencionado, el encargado del “toma-shop” de las
imágenes en cuestión, ha conseguido un blanco
luz-tunel-del-más-allá que debería ser contratado por el Vaticano
para que cuando salga la fumata blanca, sea blanca de verdad, y no de
un gris canoso como suele ser normalmente.
Estos
días de intento de consenso cardenalicio, se tienen que mover muchos
millones tanto en dinero gastado por los turistas y creyentes venidos
para ser testigos en directo, como en retransmisiones televisivas de
los representantes del Todopoderoso, y en este caso no me refiero a
Berlusconi, que en realidad, si le quitas todo el atrezzo que lleva
encima, e incluso seguro que debajo, será más antiguo que Dios, que
es al que me estaba refiriendo.
Con
todo lo que se debe recaudar entre unas cosas y otras, este
acontecimiento debería ser una especie de Olimpiadas de la fe en las
que se invirtiera en buenos efectos especiales para que la primera
salida del Papa al balcón ante los feligreses, fuera una especie de
Encuentros en la tercera fase con todo tipo de luces y música
con fanfarrias a lo John Williams.
Este
vecino del mundo, convertido en una especie de “mosca cojonera”,
desearía que el Papa elegido fuera americano. Las imágenes de estos
días de los cardenales de la tierra de Obama, vestidos de sotana y
con visera son impagables.
Si
siempre ha tenido buen tino la Iglesia para los negocios, se supone
que asesorados por “el-que-todo-lo-sabe”, con un Papa americano,
en un dos por tres, nos daríamos cuenta de que los mismos cardenales
llevarían ropa Mike en su versión deportivo-eclesiástica, con lo
que además de no costar la ropa un euro a la Iglesia, encima
ingresarían millones por todo tipo de franquicias. Y de eso, a
cantar los himnos religiosos, autenticas estrellas de la música,
hay un paso. Lo dicho, este vecino del mundo sueña con un Papa, que
sea como el tabaco, cien por cien americano. No íbamos a creer más,
pero sería un auténtico espectáculo, aunque más de una vez
lamentable.
*FOTO: DE LA RED
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