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jueves, 25 de mayo de 2017

PUESTO A DEFINIRME...


Puesto a definirme siempre he sido más bebedor de causas perdidas que domador de lobos solitarios, talador de sombras perpetuas a  buscador de porqués de tertulia.

Al describirme, siempre he preferido tatuarme un recuerdo en el alma, a curtirme un lema en la piel; hacer lo contrario de lo que había pensado tan solo cinco minutos antes, a seguir una  trayectoria eterna.

Nunca he sido coleccionista de diccionarios que casen con el tono de mi sofá, pero sí de tréboles nacidos en el jardín del Edén. Partidario de perderme en la oscuridad de tu mirada, a darle la vuelta a un cuadro, para encontrar más belleza.

Si he de reflejarme, me gusta más la soledad del alba al zenit de las costumbres impostadas; el mojarme, y decepcionarme, haciendo castillos en la arena que nunca van a subsistir, a conseguir una seguridad material.

Quizás el definirse, el definirme, en sí mismo, es una perdida de tiempo, pues supone el verse desde lejos, y eres lo que ves, lo que sientes, lo que piensas, pero también lo que descartas, tus miedos, tus desilusiones, y eso no se aprecia desde fuera,  sólo se sufre, y alimenta nuestras arrugas, nuestras úlceras, nuestras ojeras...

Puesto a desear, siempre he preferido aprender, a enseñar sometiendo, porque nadie tiene la verdad suprema, sino que la mayoría de las veces, deseamos, presentamos, una verdad maquillada que nos refuerce, que nos señale siendo nuestra coartada.

Quizás, y  nunca lo sepa, solo soy un rincón aburrido, una hoja que mejor fuera que estuviera en blanco, y no manchada y sucia por el odio de la autojustificación. 

En el mejor de los casos, tal vez solo he sido al final, un buen deseo que se dejó llevar por las malas compañías...

FOTO: DE LA RED