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lunes, 18 de julio de 2016

EL SEÑOR PEÑAFIEL Y SU EXTRAÑO SENTIR POR LAS PLEBEYAS


Estaba saltando de canal en canal televisivo (por no usar la palabra en inglés) esta misma mañana, cuando en Espejo Público, de Antena 3, iban a hablar en ese mismo momento de la novia de Froilán, que dicho sea de paso, el presunto sobrino de España acaba de cumplir dieciocho años.


Mientras en la pantalla se mostraba una auto-foto en biquini de la novia, en la que no se le podía ver la cara, han dado unos pequeños datos introductorios: pronto cumplirá dieciocho años, de buena familia y estudia en un colegio católico. Estos datos, dicho sea de paso, me han sonado muy asépticamente retrógrados, será cuestión de opiniones, pero ahora viene lo mejor…


Conectan con el entendido de los entendidos en materia de la realeza, por supuesto que con Don Jaime Peñafiel, y él desde el primer momento pone en solfa, por no decirlo de otra manera más vulgar, el interés de la susodicha, ya que parece ser que acercarse a la monarquía española debe de ser una bicoca a pesar de las malas experiencias con que últimamente han aparecido a la palestra, entiéndase juicios varios y “No volverá a ocurrir” por parte del Emérito, cuando todavía no lo era.


Aunque este vecino del mundo ya conoce la posible inquina del Señor Peñafiel hacia toda plebeya que se acerque a cualquier integrante de la monarquía española, le ha parecido desconcertante e injusto, no lo que decía, sino lo que sugería con sus gestos (no creía nada, daba a entender mímicamente, de los supuestos sentimientos nobles, y nunca mejor dicho, de la señorita, aún desconocida para la gran mayoría. Y a la pregunta de qué le parecía ella, haciendo un paréntesis en su lenguaje mímico, solo ha dicho, como mordiéndose la lengua: -Trepilla.


Don Jaime, ahora va a resultar que Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón (y que conste que al parecer ser el más rebelde de la familia, puede tener la simpatía de más de uno) hasta ahora ha sido, y en base a su comportamiento más o menos público, un prodigio de prodigios.


Me ha parecido percibir un cierto tufillo demagogico, como que “la villanía se equivoca siempre y es capaz de las más altas vilezas, la nobleza no”, que me ha apestado y ha originado que esté ahora escribiendo este artículo. He recordado también anteriores declaraciones del Señor Peñafiel en las que quedaban claras, presuntamente, sus desacuerdos a que la futura, entonces, Princesa de España tuviera origen plebeyo. Y quizás aquellos lodos...


Este vecino es un neófito en cuestión de leyes, pero si fuera el padre de la señorita en cuestión, tomaría cartas en el asunto, más que nada porque, al parecer, ella pronto va a cumplir la mayoría de edad, y a partir de ese momento se conocerá su cara, y se puede convertir en su cruz, al mismo tiempo, con opiniones tan cobardes, como lo hoy comentado, porque lo ha sugerido más que decirlo. Y un camino se hace primero con una persona que vaya por ese lugar. Si no pasa nada, si no se pone a la ley por medio, puede haber muchos que se apunten al carro sin pruebas, porque manchar el honor de alguien es más fácil, que después limpiarlo. Nunca quedará igual.



Quizás es porque tenía las defensas bajas, ya que estaba en otras cosas, pero lo visto y sugerido, personalmente, y pese a que no conozco a la todavía menor de edad, me ha dolido y mucho. Y no me considero una persona fácil de sorprender.  


Este vecino del mundo está cansado de que en muchas cadenas de televisión se aplique el adjetivo de "joven", como sinónimo de desvalido e inexperto, a personas y personajes de supuesta alta alcurnia cuando cometen un discutible error de comportamiento; mientras, el común ciudadano de a pie de la misma edad tiene que lidiar la vida como le viene, y sin ningún tipo de ayuda en los medios. Hay alguna noble por ahí, con más de cuarenta años, a la que todavía se trata, en algunas cadenas, de joven inexperta, y no daré más pistas. ¡Indignante!


FOTO: DE LA RED