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sábado, 20 de junio de 2015

UN GRAMO DE LOCURA PARA MISTER MARSHALL





Hay momentos en el que el cerebro, el de este vecino del mundo al menos, parece que tiene ganas de jugar, y por un segundo te reta lanzándote una idea, una especie de trastada que puede ser muy divertida, pero cuando menos trasgresora sino rayando en la locura.

Para aquellos que más que años cumplan décadas, entre cinco y seis, podrán recordar una película “Un gramo de locura”, con un Danny Kaye al punto del paroxismo.

Esta mañana este vecino se ha sentido como un Danny Kaye con menos nariz pero con más grasa, y con unas ganas increíbles de realizar una trastada.

Imaginaros la escena. Acababa de llegar a Bilbao, concretamente estaba en la estación de autobuses. Al salir de uno de los cuartos de baño y al dirigirme a la puerta para salir de los aseos públicos, a mano derecha, y en uno de los urinarios de pared había dos jóvenes, de unos veinte años, con pantalones cortos. Mientras “estaban a lo suyo”, hablaban en un inglés con un inequívoco acento americano. O eso, o estaban intentando imitar al Pato Donald, perdón, a Donald Duck para ellos. Hablaban de…qué más da. 

Los americanos siempre deben de hablar de cosas trascendentales para la humanidad, al menos eso es de lo que se desprende de las mayorías de las películas.

Y en ese mismo momento, detrás de ellos, me han entrado unas inmensas ganas de cantarles la canción de “Bienvenidos Mr Marshall”, la de “Os recibimos, americanos, con alegría”, pero me faltaba una banderita en cada mano para estar en situación.
Ellos, más rubios que unas mazorcas de maíz americano, y este vecino cantando “Americanos, vienen a España gordos y sanos. Viva el tronío y viva un pueblo con poderío. Olé Virginia y Michigan. Y viva Texas que no está mal…”.
Hubiera sido un momento memorable, y sin duda ayudado a mejorar, todavía más si es que se puede, las relaciones entre los dos países.

Para aquellos  que puedan pensar que haría el ridículo, les puedo recordar algunas escenas protagonizadas, sin ir más lejos, por un Aznar con un castellano con acento de Texas. Y que, no lo olvidemos representaba a España, y este vecino justo se representa a él y no cobra ninguna dieta. Es más, si el vecino tuviera alguna, dieta, seguro que se la comería porque sería rica en calorías, y no en dinero.


Si los gramos de locura cotizaran como angulas, este vecino sin duda sería millonario. Ese grupo, “los millonarios”, que en plena crisis, y según las últimas encuestas, han crecido en España como las setas. Y eso siempre ocurre cuando el abono es bueno. Y la política del gobierno español, para eso, para aumentar el número de millonarios, ha resultado ser el mejor de los abonos. 

Y antes de despedirme por hoy, tened en cuenta por un momento qué es el abono. Pues eso…

*FOTO: DE LA RED