Mostrando entradas con la etiqueta Hospital Central. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hospital Central. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de diciembre de 2016

¿SERIE, O CIRCO?



La vida moderna, digital, o como quieran ustedes denominarla, sus usos y costumbres, están haciendo aflorar a unos colectivos que parecen creerse estrellas ellos mismos: los políticos, los periodistas deportivos (los futbolistas, unos cuantos, hace tiempo que lo son) y los guionistas de series de televisión. Otra cosa es que estos últimos, en la mayoría de los casos, ni son muy conocidos, excepto a ojos de verdaderos frikis televisivos, ni ganen lo que debieran merecerse.


He comenzado así tan fuerte y determinado hoy, porque hay cosas que me cabrean, y en este caso solo voy a hablar en este post, con relación a las series de televisión...


Todo viene a raíz de dos noticias motivadas por la finalización de las dos series españolas que están ahora triunfando: Velvet, y Mar de Plástico.


La primera de ellas, haciendo un doble tirabuzón, en el último capítulo va a ofrecer escenas en directo, y la segunda, que ya ha rodado varios finales, y ofrece dos, para elegir en votación.


Cada vez que una serie triunfa, es como si los que la manejan, y con esto me refiero, no a los guionistas, sino a los “peces gordos” de las cadenas en cuestión, pareciera que tienen caviar en sus manos, y en seguida quieren subir sus precios. Estoy hablando de una manera metafórica, porque de la otra, de la real, seguro que ocurre también y subirán los precios de los anuncios. 


Pero con respecto al espectador, que es donde este vecino se encuentra ubicado, le suben el esfuerzo de verla. Más capítulos, más publicidad (más espera ante la pantalla). Mucha incertidumbre, porque ahora cada vez que empiezas a ver una serie, no sabes si va a ser una temporada corta, que quizás ni termine, porque aunque a ti te pueda gustar, si no triunfa claramente, como mínimo le cambiaran el horario y te perderás en las profundidades de la madrugada…


Y si triunfa, tampoco es bueno, porque puede que terminen de verla tus nietos, con lo cual en el testamento te tendrás que tomar las molestias de darles indicaciones de cómo va el esquema de las tramas y personajes. Eso, sin contar con que los guionistas, a tenor del supuesto triunfo de la serie que han parido, quieran lucirse más de lo necesario, y en plan selfie quieran sacar la patita de la autocomplacencia con un doble tirabuzón de argumento que solo se pueda asumir con una mezcla de varias drogas de diseño en nuestro cuerpo.


Hay series, como “Hospital Central”, que murieron longevas, pero que el éxito no les sentó bien, ya que a los protagonistas les pasaba de todo, incluso la amputación de un brazo al cirujano protagonista, y tras bastantes capítulos de sufrimiento (toda la temporada), su reimplante, y optimización de las habilidades del brazo en cuestión, el espectador era recompensado con que ese médico, sufridor donde los haya, podía volver a operar. Matrimonios bien avenidos que luego casi montan “La guerra de Los Rose”. Maneras de ser de unos personajes bien trazados, que con el tiempo parecían sufrir esquizofrenia y cambiar su carácter totalmente, quizás porque había cambiado el equipo de guionistas, o simplemente para que sirviera de coartada a un divorcio inesperado, porque alguno de los actores quería dejar la serie...


Los espectadores de vemos de sufrir o alegrarnos por las tramas, no por nada más, incluido el que haya un puente y se paren las emisiones, eso sino dejan a medias la serie hasta la siguiente temporada... Y ahora, parece que quieren hacer como en los partidos políticos, la responsabilidad a las bases. Y cada vez que hay un problema, el final de la serie en este caso, que decida el público. Eso no debería de ser así.


Se tiene que exigir una sensación de seguridad. De que esas vidas que son representadas por actores, tienen un destino definido desde el principio. Y no ir al albur de éxitos o gustos comerciales. Y si vas a dar varios finales, como ya ocurrió con “El príncipe”, en opinión muy personal de este vecino del mundo, ya se desvirtúa todo, porque se ven los engranajes y los trucos de la serie, que se supone que debe de ser la vida misma, y no convertirla, como en el caso de estas dos grandes series que nos ocupan, en un circo mediático.


Eso, sin contar con esa especie de norma no escrita, que parece existir ahora, en la que los guionistas o personas que deciden el desenlace de una serie, pareciera que no quieren que termine felizmente esa historia, quizás con la excusa de que la vida misma termina siempre en tragedia. 


Los finales tienen que ser clásicos, a opinión de este vecino del mundo, los buenos triunfan y los malos sufren. Los que hemos visto toda una serie nos lo merecemos. Lo otro es la vida, que siempre acaba mal, y para eso, no vemos la tele sino que nos asomamos por la ventana, e incluso quizás nos tiremos, protagonizando así nuestro propio "spin-off", aunque sea cortísimo...


En mi pueblo, en todos los pueblos, existe mucha sabiduría de taberna, y siempre se ha dicho que “lo que es, es” y no lo que unos cuantos de éste u otro lado de la pantalla, quieren que sea.

*FOTO: DE LA RED






miércoles, 18 de noviembre de 2015

QUEJAS EN SERIE


Creo que los espectadores por el mero hecho de serlo deberíamos de merecernos un respeto. Si una serie comienza en un determinado día y hora, debería de continuar, sea lo que sea que indique el maldito share, hasta que termine esa temporada.

Y es que uno ya está hasta el gorro, por decir algo que sea políticamente correcto, de sentirse estafado. Por ejemplo, comienzas a ver la segunda temporada de “B and B”, y sin ningún tipo de explicación ya es la segunda vez que “se cae” de la dichosa parrilla de programación. Como tarde mucho en volver, usarán esa famosa táctica de que el capítulo venga precedido de un “ligero” resumen de media hora, todo ello adobado, claro está, de publicidad y más publicidad. Eso, sí a algún pensador de la casa, Telecinco en este caso, no le da por cambiarla de día y dejarla a un horario más asequible, por ejemplo, a alguien de Nueva Zelanda. Y ya esta segunda temporada comenzó con la queja de alguno de los actores, porque se había tardado un año en programar lo ya rodado.

Hoy también este vecino del mundo se ha enterado de que Televisión Española va a quitar de la programación “Carlos V, Rey Emperador”, ésta, eso dicen, volverá el año que viene, lo cual me recuerda a lo hecho en su momento con la segunda temporada de “El príncipe” que “dejaron” los últimos capítulos  para final de año, y todavía no se sabe nada de nada.

Da miedo comenzar a ver una serie, porque no es sólo que no tenga éxito, ya que si tiene, y mucho, te puedes enfrentar no a 13 capítulos, sino a 1313, por decir una cifra, y que la serie como le ocurrió por ejemplo a “Hospital Central” se eternice. Por cierto, y revisando en mis archivos, hace ya cinco años escribí un post sobre esta serie, y los despropósitos que habían “conseguido” en sus personajes por alargarla tanto tiempo (http://patxipe.blogspot.com.es/2011/03/hospital-letal.html).

Cada cadena, cada productora, busca el éxito de una serie, pero ni hay que avergonzarse de los fracasos, sino aprender de ellos, y, eso sí, terminar lo ya empezado, ni morir de éxito.

Ahora este vecino del mundo también tiene miedo con otras dos series (siempre estoy hablando de series españolas), las dos con éxito, “Mar de plástico” y “Vis a vis”. La primera, aún sin terminar la temporada, ya suena una segunda, aún sin confirmar. Personalmente, a este vecino del mundo, ya se le está haciendo un poco largo tantos asesinatos, y que huele a alargar demasiado para llenar, creo que son, trece capítulos.

Lo de “Vis a vis” me temo, por otra parte, que si la serie sigue teniendo éxito, es muy posible que la protagonista, una especie de “Lady Calamity” andante,  se jubile como presidiaria. Si hubieran terminado, como previsto en un principio, hubiera sido una verdadera sorpresa para todos, porque no nos habíamos dado cuenta de lo que realmente estaba pasando en esa prisión, no digo nada más para evitar los famosos “spoiling”. Ahora ya será más de lo mismo, y bajarán, lo quieran o no, el nivel de la serie porque el grado de sorpresa ya no es lo mismo.


Y al final, como en la vida misma, el que paga el plato es el currito de turno, si se trata de las andanzas del gobierno, y en cuanto a programación televisiva, el espectador, que la mayoría de las veces es ese currito sufridor, que ya no sabe qué hacer para que en su propia casa no le sigan tomando el pelo. 

Al final, descubrirá, con mucha pena, eso sí, que él compró el aparato, pero, LA TELEVISIÓN, así, con mayúsculas,  nunca será suya.

*FOTO: DE LA RED